Suavis inimicitia


Adriana al contrario que su esposo,no albergaba duda alguna.Irradiaba dicha. Podía sentir una extraña sensación en su vientre que era su hijo creciendo,pero...no era todo un maravilloso cosquilleo. Era más fatigoso, doloroso y agotador de lo que había imaginado. Siempre había imaginando que sería simplemente un agradable cosquilleo que te acompañaría a todas partes. Pero estaba muy equivocada. Cada mañana, su estómago rechazaba cualquier tipo de alimento. Sus pechos se hinchaban y deshinchaban a su antojo,siempre tuvo un busto grande,pero a veces le llegaban a doler un poco y otras estaba más aliviada.Sabia cómo parecer atractiva para su esposo,pero Aníbal parecía rehuirla a veces por los cambios hormonales y a veces la dulce Adriana se volvía un tanto loca y por lo mínimo le gritaba a todo el mundo,y otras veces estaba de un dulce que aborrecía. 

Lentamente los días pasaban y pasaron tres meses,a Adriana aún no le notaba el embarazo,y estaba demasiado delgada.....Dido la advirtió sobre eso,que debía ganar peso que esa delgadez podía ser uno problema.

Una noche,Aníbal estaba tumbado en la cama y Adriana sentada a su lado,acariciándose el vientre y hablándole al bebé.Estaba ella pensando si él bebé que crecía en sus entrañas sería niño o niña.Un precioso heredero varón o una hermosa princesita.

-Pero serás un chico, ¿verdad, pequeñín? –le habló con ternura a su vientre- No podemos decepcionar a papá.-sabía que Aníbal si tenía que elegir preferiría un niño que legase su apellido.Un heredero.

-Te van a tomar por loca si te ven hablando sola.


-No hablo sola,hablo con nuestro bebé.

-Los bebés no hablan.-respondió él sin tacto alguno,ganándose una mirada irónica de Adriana.

-Pero si escuchan....-Aníbal la miró atentamente.Su hermana Dido prácticamente le había amenazado con que se preocupase por Adriana porque sino lo hacía Dido se aseguraría de que no volviese a tener descendencia.Ante esa amenaza a su virilidad,Aníbal suspiró y una pequeña parte de él preocupado por Adriana salió a la luz.

-¿Tienes antojos?

-¿Qué?

-Que si has tenido algún antojo.

- Pues… No sé, cielo. Ni siquiera lo había pensado. Supongo que sí.

-¿Cuál?- Adriana se quedo sonriendo,en el fondo Aníbal se preocupaba por ella y por su bebé,así que se tumbo a su lado,acurrucándose contra él mimosamente.

-Miel....mucho dulce.

La noche la paso tranquila,durmiendo feliz con su esposo,pero cuando los ojos de venado de Adriana se empezaron a abrir con esfuerzo no le vio a su lado ni sentía su calor,hacía rato que se había marchado de su lado. Adriana se incorporo en el lecho y dio un bostezó a la vez que se estiraba para desperezar sus articulaciones.
Se levanto del lecho y vio encima de una mesa una jarra,¿que hacía allí? La tomo entre sus manos para ver su contenido y no pudo reprimir una sonrisa.Miel. Le había dejado Aníbal una jarra repleta de miel,casi de lo único que su cuerpo no rechazaba.
 En el fondo,Aníbal quería al bebé.

Continuara......

 

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