Suavis inimicitia


Las hermanas estuvieron horas hablando,rememorando anécdotas y contando algunas de las vivencias que había tenido en esos meses de separación,también hablaban sobre sus respectivos embarazos y sobre sus esposos.

-Entonces...¿Aníbal te trata bien?- Adriana prefirió no hablarle a Selene sobre las peleas que tuvo con Aníbal y menos hablarle de cuando él le había pegado.

-Sí...me trata bien.

-¿Y cómo amante?- preguntó sin pudor alguno Selene sin poder evitar una risita traviesa al ver a su hermana ruborizarse.

-¡Selene!-se quejo Adriana ante el descaro de su hermana al hablar sobre temas de alcoba.

-Venga hermana,¿es verdad lo que dicen de los hombres del norte de África?

-¡Selene!-exclamó avergonzada de la picardía de su hermana.


Aníbal obviamente desconocía que su cuñada se encontraba en su casa,era lo último que esperaría a ver cuando llego de los entrenamientos diarios que tenía con sus soldados.Él entro en su casa,deseoso de limpiarse el sudor y echarse un rato y descansar.
Cuál no fue su sorpresa al ver a su esposa acompañada de una chica casi igual a ella,pero con algunas diferencias.

-¿¡Ariana!?- exclamó al ver a ambas hermanas.

-Salve esposo.Ella es Selene,mi hermana.-el púnico y su cuñada se miraron con evidente antipatía.Selene le culpaba de haberle quitado a su hermana por haberla pedido cómo esposa y él la veía cómo la esposa de su enemigo.

-Salve,Aníbal.-saludó Selene con un poco de antipatía,Aníbal sólo soltó un gruñido de desaprobación.

-¿Cuánto se va a quedar aquí?- preguntó el hombre fríamente,sin mirar a Selene y clavando sus ojos en Adriana.

-Pues no lo sé,lo que quiera,¿no?

-Adriana,en tu estado es mejor que no estés con cosas que provocan nauseas.-aunque Selene sólo se diferenciaba de Adriana en que tenía el cabello ondulado en vez de liso y ojos castaños oscuros en vez de castaños claros,Aníbal la veía cómo una burda imitación de Adriana,cómo alguien que trataba de imitar la perfección de Adriana.

-Aníbal,por favor no quiero discusiones.-suplico Adriana.Selene,que al contrario que su melliza era brava y no sumisa,se levantó y se encaro a Aníbal.

-Yo también estoy gestando en mis extrañas un hijo.Y yo si que estoy viendo alguien que me provoca nauseas.

-¡Serás...! ¡Más le vale a tu esposo cortarte la lengua o darte una paliza para meterte en vereda!- Selene cómo única respuesta la dio una bofetada a Aníbal con gesto orgulloso,dejando boquiabierto al púnico y sorprendidísima a  Adriana.

-¡Qué maleducado! Adriana,hermana mía,que los dioses te ayuden con este burro que tienes por marido.

Selene se pudo quedar finalmente en casa de Aníbal con su hermana y Dido,en la que encontraron ambas hermanas una aliada contra el púnico,que maldecía el tener tres mujeres bajo su techo.Al menos su dulce Adriana era tan suave y complaciente....valía la pena aguantar a la víbora de su cuñada.


Continuara......

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