Suavis Inimicitia: "Bailando con la muerte"
A su vez,días más tarde,Aníbal se encontraba
sumergido en la batalla contra los numidas,estaba desatado,estaba
descargando su ira y su enfado con el enemigo. Su coraza de bronce
estaba salpicada de sangre,su espada empapada en sangre. Pero quienes
conocían bien la forma de luchar de Aníbal podían ver que no
estaba como siempre. Aderbal,su mejor amigo y compañero de batallas
durante años podía ver que Aníbal estaba como distraído,incluso
el joven Élbir que llevaba menos tiempo luchando con su general
podía ver también que aunque Aníbal luchaba como el que más algo
no le iba bien,estaba distraído ya que no mataba a
muchos,simplemente mutilaba y había recibido mas heridas porque no
estaba centrado en su defensa,sólo atacaba y atacaba. Sus
pensamientos estaban enmarañados por el enfado,la ira y la
adrenalina de la batalla,hervía ira. Sabía que estaba siendo un
animal en la lucha,pero a su vez la imagen de Adriana y de las
crueles palabras que le había dicho le quemaban por dentro.
De hecho casi le dio de lleno una flecha disparada por
algún arquero que había visto que el general enemigo no estaba al
cien por cien. Pero antes de que Aníbal pudiese ver de dónde había
venido la flecha,recibió otra justo en un punto en el que la coraza
no le protegía,lo peor es que esa flecha le dio justo en el
costado,atravesándole horriblemente de lado a lado. Aníbal sintió
como su vida de iba con cada gota de sangre que salía de su ser. Se
desplomó y cayó al suelo.
Aprovechando la confusión del combate,el arquero
numida se acercó cautelosamente a la figura inmóvil Aníbal,con el
arco preparado. El hombre se agachó sobre el general,no estaba
seguro de si era él y le quito el casco,su sangre se heló en sus
venas al ver que su flecha había derribado al general cartaginés,¡y
él lo había abatido! No había ningún movimiento,no había
respiración. El numida no era lo suficientemente osado para tocar al
general y comprobar si estaba enfriándose. Pero seguramente,esa
flecha fue muy certera,debió de perforarle algún órgano
vital,porque tanto la túnica como la coraza estaban llenas de
sangre.
Aderbal,que estaba a alguno metros de distancia,cuando
vio la visión de su hermano caído en el suelo y aparentemente
muerto,se apresuró a ir corriendo a socorrerle,destrozando a su paso
a todo soldado que osaba cruzarse en su camino.
-¡¡Aníbal!!- gritó,por Baal que no estuviese
muerto,¡qué no estuviese muerto! El numida cuando vio al
lugarteniente de Aníbal acercándose,se apresuró a coger otra
flecha y sólo para estar seguro,disparó otra flecha en el hombro de
Aníbal antes de salir corriendo. Pero Aderbal fue más rápido y el
arquero no tardo en yacer en el suelo con el cuello cercenado.
-¡Han herido a nuestro general!- bramó uno de los
soldados,Aderbal se acercó a su amigo caído y lo incorporo un poco.
-Amigo mío,por los dioses no te mueras. Tienes mucho
por lo que vivir....resiste.....
Lo atendió el médico,un heleno,habían ganado la
batalla ya que Aderbal tuvo que tomar el control de la situación y
actuar en el lugar de su amigo. Tanto Aderbal como Élbir se
encontraban fuera de la tienda esperando a las noticias de que el
heleno dijese algo. Le peor había sido el arrancarle las
flechas,sobretodo la del costado ya que habían tenido que sujetar a
Aníbal,que aunque estuviese inconsciente su cuerpo reaccionaba al
dolor. El médico no tardo en salir,eso no se sabía si eran buenas o
malas noticias.
-Capitán Aderbal. El general esta vivo,pero esta muy
débil,debe de volver a Cartago,aquí corre más riesgo de morir que
en la ciudad. Por suerte la coraza frenó las flechas un poco,por muy
poco no llegaron a perforarle el corazón y los órganos vitales.
Pero ha de volver a casa si tienes alguna intención de que viva.
-Lo llevaremos a casa. Aníbal si ha de morir que lo
haga en su casa. Pero no morirá,ese hombre es uno de los mejores
generales que Cartago ha tenido
Habían transcurrido días desde que Aníbal había
partido a casi la frontera con Numidia,estaba relativamente cerca de
Cartago,aún así Adriana estaba preocupada ya que no sabía
nada,absolutamente nada de su marido y temía que eso fuese malo.
Sus temores se confirmaron días más tarde.
Decidieron despertar a Adriana cuando el cuerpo de
Aníbal fue llevado a la habitación,no antes. Semidormida,despertó
para encontrarse con toda esa sangre. Gritó,saltó de la cama y vio
cuando Aníbal era depositado en la cama. Volvió a gritar varias
veces tirándose del cabello hasta que Aderbal la sujetó y la
sacudió para que se calmase. Aunque él tampoco estaba muy calmado.
-Él no está muerto,Adriana- dijo Aderbal tratando de
parecer calmado-. Ahora escúchame....no está muerto.
Aderbal trató de apartar a Adriana de la cama,pero
Adriana se resistió,sin poder apartar la mirada de toda esa
sangre,del rostro de Aníbal bastante pálido.
-Pero...
-Sólo esta herido,muchacha. Ahora ven para que puedan
atenderle mejor de lo que hicieron en el campamento. Aquí sólo
conseguirás estorbar.- finalmente Adriana pudo controlarse y fulminó
a Aderbal con la mirada.
-Yo lo atenderé- dijo con firmeza.
-No estás en condiciones de...
-¡He dicho que lo atenderé yo!- la voz de Adriana fue
dura- él es mi marido.
Aderbal quedó callado. Fue entonces cuando Sadik y
Aradna,alertados por tanto ruido para encontrarse de golpe con la
imagen de su padre herido de muerte,el miedo les acorazó a los dos y
no pudieron hacer otra cosa que empezar a llorar.
-Tú lograste calmarme- le dijo quedamente Adriana a
Aderbal- ve a calmar a tus sobrinos. Yo me las arreglaré con algo de
ayuda.
-No. Élbir,ve tú a consolar a los niños. Yo me quedo
aquí con mi hermano y mi cuñada.
-Sí,mi capitán- mando a Élbir por dos motivos,uno
era que quería ayudar a Adriana con Aníbal y el otro era porque
tanto Aderbal como Élbir sabían lo que era perder a un padre en la
batalla y ellos sabrían que decirles a los niños. Élbir se
apresuró a llevarse a los niños de ahí para que no viesen más.
Pese a las náuseas que continuamente le subían a
Adriana a su garganta,pese al terror,ella,Aderbal y un par de
esclavos lograron quitarle la coraza y el resto de piezas de la
armadura y lavarle y vendarle las heridas. Las flechas ya habían
sido retiradas con habilidad. La posición de las flechas hizo
preguntarse a Adriana por qué Aníbal todavía seguía con vida.¿La
flecha había dado contra el esternón y no había dado al corazón?
Pero él respiraba todavía...apenas. La otra herida estaba en el
flanco,bueno en los dos flancos porque lo había atravesado
horriblemente de lado a lado.
Que relato! espero por más
ResponderEliminarSaludos
Ya veremos como continua ;3
Eliminarespero que no muera :(.
ResponderEliminarEsperemos que no
EliminarEn una guerra todos pierden... No se yo cómo acabará ésto... Un mal final siempre puede ser un buen comienzo....
ResponderEliminarBesos de Pecado.
En una guerra las vidas de todos estan en juego,en el peligroso baile con la muerte nadie esta libre.
EliminarUn beso