Suavis Inimicitia: "Confesiones"
El joven Aníbal les habló un poco sobre su vida,que le
criaron sus abuelos maternos cuando quedo huérfano y que su infancia
a excepción de eso fue bastante feliz,heredando de su padre el amor
a la filosofía y a la vida. Élbir no pudo evitar reír porque se
acordó de Fabio y de cuando le hablaba de los filósofos griegos y
romanos,aunque muchas veces Élbir no le seguía el hilo,pero asentía
con la cabeza como si entendiese,aunque Fabio muchas veces cuando
veía eso le decía tonterías a Élbir para captar su atención de
nuevo como por ejemplo decirle no se que cosa de conejos devoradores
de hombres.
El general Aníbal le habló a su sobrino sobre su
familia. Le dijo que era general del ejército cartaginés,que se
había casado dos veces,pero que el primero fue concertado cuando era
un chiquillo y que el segundo fue con una princesa romana de
Siracusa,Adriana, y que tenía tres hijos con Adriana. El filósofo
de quedo con la boca abierta,¡¿la princesa de Siracusa?! A los
griegos aún les dolía la pérdida de Sicilia y sobretodo de
Siracusa. Así que no se creía que su tío se hubiese emparentado
con la realeza de Siracusa.
-Ha si que estas emparentado con la realeza de
Siracusa...-musitó el filósofo y acto seguido se encogió de
hombros -bueno cada uno se casa con quién quiere.
-Aún no he terminado- señalo a Aderbal con la mano,le
extrañaba que estuviese tan callado,quizás porque pensaba que ese
momento era para su hermano de leche y su sobrino político.
-Aderbal es tu tío político. Esta casado con mi
hermana mayor,tu tía Dido.
-¿Eres también mi tío?
-Político,si- Aderbal esbozó una sonrisa amigable,ese
joven profesor era su familia también,la familia de su esposa y su
cuñado era la suya. Adoraba a sus sobrinos casi tanto como a su hija
Adama y a su hijastro Âkil que lo amaba como si fuese su hijo
biológico.
-¿Y tú y mi tía tenéis hijos?
-Sí. Un hijo Âkil de trece años y Adama que esta
recién nacida- el brillo de ilusión en los ojos del joven Aníbal
se intensificó,adoraba los niños,no era en vano era profesor. Como
Élbir se estaba aburriendo y tenía total consentimiento del dueño
de la casa de ojear alguno de los pergaminos que había esparcidos
por ahí,cogió uno al azar y lo empezó a
leer,interesante.....parecía que el sobrino de su general aparte de
profesor y filósofo era poeta y tenía diversos escritos hablando
sobre distintos temas,embelleciéndolos a niveles increíbles.
No les costo mucho a los púnicos convencer al joven
Aníbal que fuese con ellos a Cartago en cuanto despuntase el día y
abandonar Grecia,el joven filósofo debía de admitir que se moría
por viajar,llevaba veintiséis años sin salir de Grecia y quería
conocer el lugar de donde era su padre. Además que se moría de
ganas de conocer al resto de la familia.
Así que a la mañana siguiente,mediante un generoso
soborno,consiguieron colarse en un barco mercante que iba rumbo a las
costas de Cartago,así que solo era cuestión de unas semanas en
llegar al norte de África. Esa noche,Aníbal no podía dormir,en
parte porque no estaba cómodo ya que les tocaba dormir en la bodega
y porque Aderbal no cesaba de roncar fuertemente,envidió a Élbir y
a su sobrino que dormían de un tirón al parecer,de modo que Aníbal
se levantó y salió a la cubierta,dejando que la fría brisa
nocturna marítima propia de los meses invernales en los que estaban
llenasen sus pulmones. Inspiró profundamente,añoraba a su familia
aunque no lo dijese ni lo demostrase,prefería en esos momentos
dormir en su cama en compañía de su mujer,su dulce
Adriana....estaría en compañía de sus hijos,Sadik,Aradna y
Amílcar....se moría por abrazarlos de nuevo aunque no lo admitiese
ni a si mismo.
-¿No puedes dormir?-preguntó una voz ya conocida para
él; Aníbal,su sobrino.
-¿Tú puedes con los ronquidos de Aderbal?
-No- rió el joven colocándose al lado de su tío.
Debía de admitir que se le hacía bastante raro,para ser el hermano
menor de su padre imponía bastante,quizás porque era más alto y
corpulento que él,o porque él era un humilde maestro y su tío un
alto cargo militar.
-¿En qué piensas?- preguntó a su tío.
-En mi familia- no sabía porque tenía esa inclinación
a abrirse con su sobrino,quizás porque le recordaba vagamente a su
hermano mayor.
-¿Adriana es muy bella?
-Ni la propia Helena de Troya rivalizaría con ella.
-Si que es hermosa...
-Es la mujer más hermosa que he podido ver a lo largo
de mi vida. No sólo su belleza física,tiene una dulzura y una
ternura que me vuelve loco. Aunque tiene su carácter cuando quiere.
Es más que la madre de mis hijos y mi esposa; es mi compañera. Baal
la puso en mi camino primero para torturarme....
-¿Torturarte?- preguntó sorprendido el menor de los
dos. Aníbal suspiró,aún recordaba que al principio creía que
Adriana era un maldición,un castigo por todas sus faltas.
-Cuando asalté junto con mis hombres el palacio de
Siracusa,ella estaba ahí,era apenas una niña de seis años,su madre
murió y yo salve a Adriana de mi propia espada,antes de que lo
preguntes,sí,quise matarla. Pero no pude,me miró a los ojos y
algo...no se que fue me lo impidió....
-Se dice en Grecia que Eros,el dios del amor,atraviesa
con su flecha a los hombres en cuanto se enamoran....
-La salve de mi mismo. Y cuando perdimos Sicilia y la
ganaron los romanos,se la pedí a su abuelo Julius en matrimonio a
cambio de Siracusa. Accedió y menos de un mes ya la tenía en
Cartago,en mi casa,asustada de mi. Cada noche antes de nuestra boda
fue un suplicio, cada instante cuando la veía me hacía arder de una
mezcla de ira y deseo. Odiaba su inocencia y su candor. Pero no
sé...después todo cambio de la noche a la mañana,deje de verla
como una romana,si no como una mujer,empecé a apreciar su inocencia
y su candor- no se veía capaz de describir lo que había sentido por
Adriana en el pasado,una mezcla del deseo y el odio más puro y
vengativo. Había llegado a odiarla,a maldecirla,a querer acabar con
su vida. Pero algo más fuerte que el odio se lo impedía y en cuanto
Adriana y él se desposaron la venda del odio y el rencor hacía el
origen de Adriana desapareció y la vio por primera vez no como una
princesa romana,si no que vio a través de su corona a la mujer que
era. Se enamoró más de ella.
(el poeta)
¡Cómo habla de ella! Está lleno de sentimiento.
ResponderEliminarBesos de Pecado.
El amor toca hasta en las personas mas duras.
EliminarUn beso guapa
estoy aprendiendo
ResponderEliminarY cuando vengo a tu blog
me enciendo
Carlos
Gracias por pasarte n.n siempre es un placer tenerte por aqui.
EliminarUn beso
¡Me ha encantado el relato de hoy!! =D
ResponderEliminarsigue así.
un besooooo
me ha encantado, se nota que Aníbal ama a Adriana.
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