Suavis Inimicitia
Días más tarde,se
encontraban ya rumbo al puerto de Siracusa,el mar parecía estar
tranquilo,las corrientes estaban tranquilas y había dejado de soplar
el viento del levante que hacía días había estado azotando Cartago
y el mediterráneo.
Adriana no salió en casi
todo el viaje,a parte por los mareos porque echaba de menos a su
niño,se había tenido que quedar en Cartago al cuidado de su tía
Dido.
En breve tras tanto
tiempo volvería a estar en la amada ciudad a la que consagró su
vida,Siracusa. La herencia de su madre. Selene por haber nacido
minutos después de Adriana se quedó sin la corona de
Siracusa,derecho de primogenitura lo que tenía Adriana.
-”Es
irónico que tras tanto tiempo queriendo volver a Siracusa,ahora esté
deseando volver a mi nuevo hogar. Me he habituado a Cartago”-
pensaba la
joven,Aníbal y ella no pasaron mucho tiempo juntos durante el
viaje,Aníbal se entretuvo en torturar a Octavio en la bodega del
barco. Estaba furioso con él,no por lo de Delinenar que le importaba
bastante poco la verdad, sólo le importaba que hubiese tratado de
espiar el senado de Cartago.
Al
atardecer del tercer día de viaje,llegaron a Siracusa,la poca luz
solar que quedaba bañaba la silueta de la ciudad,desde la primera
Guerra Púnica de hacía diez años ya y las Guerras Sicilianas y de
los Mercenarios, Siracusa había reflotado,sus edificios únicos
tenían una mezcla de estilos arquitectónicos griegos,romanos y
cartagineses,el bello puerto siracusiano se extendía ante sus ojos.
-¡Guao!-
exclamó Élbir al ver la ciudad,su amigo Bolmícar se encontraba a
su lado,observando esa hermosa ciudad.
-Es
bellísima, normal que la esposa de nuestro general sea de aquí,
toda Sicilia y Siracusa son sinónimos de belleza.- comentó
Bolmícar, los ojos del mayor vieron que dos soldados romanos estaban
esperándoles,eran bastante jóvenes no mucho mayores que
Élbir,estaban haciendo señas con los brazos.
-¡Qué
locos están estos romanos! -murmuró Aderbal que se manifestó tras
los dos soldados. Fijó su mirada en esos chicos y casi rió cuando
pudo reconocerlos.
-Adri
se alegrará y Aníbal tendrá un infarto.- cuando bajaron del
barco,Adriana por simple precaución llevaba una capa con una capucha
ocultando su rostro,Aníbal sujetaba a su mujer por la cintura de
manera un tanto posesiva,no le gustaba estar allí,tierras romanas
antes de Cartago y que además le recordaba a cuando Adriana se cruzó
por primera vez en su camino cuando era una pequeña niña.
-Aníbal.-
canturreó Aderbal poniéndose al lado de su amigo,esbozando una
amplia sonrisa.
-¿Qué?-
de un movimiento de cabeza Aderbal le indicó que mirase en esa
dirección,dónde estaban los dos soldados,Aníbal no pudo evitar
poner una mueca de desagrado total,eran dos chicos de unos diecinueve
y diecisiete años, el más mayor llevaba el pelo negro largo hasta
un poco menos de media espalda recogido en una coleta y un mechón
tenía una trenza. El otro tenía el pelo corto y castaño oscuro y
tenía un aire distraído y soñador.
Adriana
miró en esa dirección y no pudo evitar sonreír al reconocerlos,sus
primos, sus queridos primos,Adelphos y Fabio Iulia, aunque creía que
ellos eran los malos de la predicción del oráculo.
-¡Adelphos,Fabio!-
dijo saludándoles, los dos chicos se acercaron a los cartagineses y
Fabio se adelantó a su hermano mayor para abrazar a Adriana,cosa que
molestó un poco a Aníbal.
-¡Adri!
¡Por fin te veo!- exclamó Fabio dándole un beso en la mejilla a su
prima,Aníbal gruño molesto por eso,¿qué hacía ese mocoso por muy
primo que fuese de ella abrazándola? Fabio al escuchar ese gruñido
de “no toques a mi mujer o te corto las manos” se separó de su
prima.
-Salve
Aníbal,ya nos conocimos en la campaña en Iberia cuando lo del
Iberus.- Adelphos le dio un abrazo a Adriana sin importarle mucho la
opinión de Aníbal al respecto.
-Dichosos
los ojos de verte Adriana,te extrañamos.- sonrió Adelphos,
acariciándole la mejilla a Adriana. Ella cerró los ojos disfrutando
de la caricia fraternal. El mayor levantó la cabeza y vio a los tres
soldados,Aderbal,Élbir y Bolmícar.- Salve a los tres también.
-Salve.-
imitó Fabio a su hermano, Élbir saludó con la mano a Fabio, los
dos jóvenes se habían caído simpáticos a primera vista.
-¿Venís
para lo del consenso?- preguntó Adriana,sus primos se miraron serios
entre ellos y asintieron con la cabeza.
-Sardonia
irá con Roma.- no les extraño a ninguno, Adelphos hizo un gesto
con la mano para quitarle seriedad al asunto,esbozando una amplia
sonrisa.- Lo importante hoy es que Adriana volvió a casa,en el
palacio podréis descansar.
El
palacio de Siracusa le trajo a Aníbal los recuerdos del asalto a
Siracusa,cuando conquisto la ciudad,cuando acabo con la vida de los
padres de Adriana,cuando le salvo la vida de niña y la puso en el
altar a Diana,ese fue el primer momento que ambos habrían de
compartir. Un momento que ligaría sus destinos para siempre. Ni
siquiera el continuó parloteo de Adelphos y Fabio le distrajo de sus
pensamientos. Fabio había hecho muy buenas migas con Élbir,quizás
porque eran de la misma edad. Adriana le miró y le acarició el
rostro con suma suavidad.
-¿Estas
bien?- preguntó Adriana al ver el gesto más serio de lo normal en
el rostro de su esposo, Aníbal con leve movimiento de asentimiento
le indicó que si.
Esa
noche ni Aníbal ni Adriana estaban con ganas de hacer nada,sólo de
dormir,además de que últimamente Adriana estaba sintiendo una serie
de molestias,cómo pinchazos en el vientre, no le dio mucha
importancia,pensaba que sería de los nervios por el consenso.
En menos de tres días debía de hablar ante el consejo
de las Doce Ciudades de Sicilia, decir que Siracusa se pondría del
lado de Cartago y de que las ciudades restantes decidieran.
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