Suavis Inimicitia


-Élbir.- llamó en voz alta al joven,el muchacho no tardó en aparecer por la puerta.

-¿Sí,señor?

-Ve a buscar a un médico. Por los dioses,no me defraudes o te crucificare porque la vida de mi esposa depende de ello.

-¡No le defraudaré señor! -cuando Élbir salió de allí,se cruzó con Fabio que también tenía un claro gesto de preocupación en su rostro.

-Te llevaré a casa del mejor médico,Aristóteles.- ¿un heleno? Élbir torció la boca,los helenos no les gustaban a muchos,entre ellos a los cartagineses,pero si la vida de Adriana dependía de ese Aristóteles debían traerlo aunque fuese a rastras.
Ambos muchachos corrieron por las calles de Siracusa cómo almas que llevase el diablo,quizás la vida de Adriana estuviese en peligro y que su salvación estuviese en manos de ellos dos y el médico Aritóteles.

-Fabio, ¿por qué Selene se volvió contra Adriana?- preguntó jadeando mientras corrían en busca de la casa del heleno. Fabio meneó la cabeza con gesto de pesadez.

-Se le subió el ser esposa de un cónsul a la cabeza,además,desde siempre sintió cierto odio hacía Adriana por el tema de ser la heredera del trono de Siracusa.- Élbir ni se extraño, sabía que siempre en las familias reales había rivalidad por el trono. Y el trono de Siracusa era bastante tentador....

-¿Por eso se portó Selene cómo....?

-¿Una zorra? Lleva así meses,nos trata con desdén,a sus hijos,Marco y Junio ni los cuida,se encargan de ellos sus niñeras,sólo esta con Julius, y a Julius le parece bien....el poder es cómo una veneno que corrompe hasta la casa más noble. Lo único que les molesta para hacerse con Siracusa es Adriana. A ver,la quieren pero...en estos últimos tiempo el aire de guerra removió las oscuras ambiciones.- Élbir ahogo una exclamación, si que eran distintas para ser mellizas. Adriana tan dulce,sencilla y maternal, Selene tan arisca,ambiciosa y poco maternal...

-Eres muy filósofo,¿no,amigo mio?

-Bastante,me gusta más la filosofía que la guerra.- tardaron poco más de un cuarto de hora en llegar a casa del heleno Aristóteles. Fabio llamó fuertemente a la puerta y al poco les abrió un hombre de avanzada edad que se ayudaba en andar con un bastón.

-Ya,ya,¿no tenéis otra cosa que hacer los soldados que venís a molestar a los humildes?

-Aristóteles,soy Fabio Iulia hijo de Octavio de la familia Iulia de Sardonia.

-Yo Élbir hijo de Suniaton de Cartago.

-Y yo Aristóteles hijo de Patroco del delmos de Siracusa,bien ¿que queréis pesados? Estaba acostado.

-Verás Aristóteles,necesitamos que venga a atender a....- empezó a decir Fabio,pero el griego le interrumpió con un gesto obsceno,cerró el puño y levantó el dedo corazón a ambos jóvenes.

-¡Esto es lo que atenderé yo a un par de mocosos disfrazados de soldados!- Élbir estuvo a punto de lanzarse sobre el heleno cuando Fabio,con su habitual diplomacia dijo:
-La princesa Adriana corre peligro de muerte,has de ir al palacio para atenderla.
 
-Espera que coja unas cosas y vamos volando cómo si de Hermes nos tratásemos.- dijo el heleno entrando un momento en su casa para coger una bolsa de cuelo que se la hecho al hombro. Sabía lo importante que era la princesa para todos ellos y que si muriese subiría al trono quien nadie quería por lo pasado en el consenso,no había nadie en Siracusa que no supiese lo que paso con Selene y nadie la quería en el lugar de la querida Adriana.

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