Suavis Inimicitia



A la mañana siguiente,bien temprano, tuvieron que ir nuevamente al consenso de Siracusa,para soportar las amenazas de los romanos,entre los cónsules estaba Julius con Selene,que inesperadamente no decían absolutamente nada,ni una sola palabra. Para alegría de Aníbal y Adriana,ella tenía que hablar ahora en nombre de Siracusa nuevamente,para ya tajar de golpe la situación de una vez por todas.

-Adriana Augustus, hablad por favor.- dijo Dimas cediéndole la palabra a la princesa. Adriana se colocó enfrente de la mesa de mármol y ya,harta de el tema,y rabiosa contra Roma,habló para los sicilianos.

-Nada hay que esperar,las legiones se acercan ya. Y el terror y el dolor son la marca del invasor,queridos compatriotas sicilianos. Todos hemos sufrido por todas las guerras,¡basta de opresores! ¡No pasaran,no ocuparán más! ¡Les vamos a echar! ¡Fuera de aquí!- gritó Adriana demasiado rabiosa con todo,estaba harta, el peso de la corona,las opresiones por las dos superpotencias del mediterráneo,ya tomó la decisión de apoyar Cartago,que lo dejasen ya. Sin darle tiempo a nadie de replicar,salió de allí, acompañada por su esposo,Aderbal,Bolmícar y Élbir. Ya iban a ir a la tierra amada de Cartago,a alejarse temporalmente de todo,hasta la guerra.
Ya por fin,días más tarde,volvieron a Cartago,su hogar, Adriana estaba deseando ver a su hijo,¿habría crecido en esos días? Seguro que si,su bebé cada día era menos niño y sería algún día un hombrecito, un hombrecito que serviría a Cartago.
No tardaron en llegar a casa,en parte porque Adriana estaba que hervía de ganas de llegar y abrazar a Sadik. Cuando llegaron,Dido fue a recibirles con el pequeño en brazos,seguida de su hijo Âkil que les saludo con la mano sonriendo al ver por fin a sus tíos y a su futuro padrastro.

-¡Mamá!- dijo Sadik revolviéndose de los brazos de su tía para querer irse con su madre,aunque lo tendría difícil ya que aún no sabía andar. Adriana no tardo en coger a su hijo en brazos y besarle las mejillas con infinita ternura.

-Mi niño,mi pequeño...-susurraba Adriana absorta en su pequeño,¡cuánto había crecido en esos días! Su cabello castaño oscuro estaba algo largo y alborotado, pesaba un poco más y se veía a la legua que había crecido y sus ojos,sus preciosos ojos verdes brillaban alegres de tener a su mamá a su lado.

-No paraba de preguntar por ti,Adriana.- dijo Dido sonriéndole a su cuñada y amiga,tras eso levantó la cabeza.- Saludos hermano.Aderbal.- él no tardo en acercarse a Dido y darle un suave beso en los labios. Aderbal y Dido habían acordado adelantar la boda antes de la guerra,

-¿Cómo se porto el mocoso,hermana?- dijo Aníbal acercándose a su mujer y su hijo, la verdad es que muy en el fondo había echado de menos al mocoso.

-Es un angelito,al contrario que Âkil.- Dido se hecho a reír mirando de reojo a su hijo,el cuál bufo un poco y se abrazo a las faldas de su tía Adriana.

Esa noche,Aníbal le contó todo a Dido,porque su hermana no dejaba de preguntarle por todo lo que paso en Siracusa,ya que Adriana estaba absorta en recupera el tiempo perdido con Sadik,en esos instantes se encontraba bañándole.
Dido se quedo sorprendida por todo,sabia que Adriana iba a apoyar a Cartago,pero lo de Selene....Selene como la había engañado,parecía tan buena y que quería a su hermana. Todo mentira. Dentro de Selene había una auténtica zorra.Y peor fue lo de cuando su hermano le contó lo del aborto que sufrió Adriana.

-No puedo creerlo hermano.

-Creelo. Yo lo advertía.

-Lo sé.....pobre Adriana.- Aníbal suspiró,pronto debería partir a la guerra contra Roma,alejarse de su familia nuevamente. Pero el ejército era también su vida. En días partiría a Malta para luchar contra los romanos en esa pequeña isla entre Sicilia y Cartago.
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