Suavis Inimicitia
Llegó el día. Llegó el día en que Aníbal debía
partir de Cartago hacía Malta para luchar contra los romanos en
aquella pequeña isla entre Sicilia y Cartago. El día en que se
separaba por tiempo indefinido de su familia.
Adriana le había dicho que quería ir con él,cómo
otras mujeres acompañaban a sus maridos a la batalla y los cuidaban
en los campamentos. Aníbal se negó en rotundo. Argumentando que
tanto ella cómo Sadik serían un estorbo para él. Nada más lejos
de la realidad, con esas palabras frías y crueles ocultaba que los
quería proteger de los horrores de la guerra.
Esa día,cuando aún la mañana no estaba muy avanzada
y había una pequeña niebla matinal, en el patio de casa del
matrimonio ya había movimiento, Aníbal acompañado por Aderbal, ya
casado oficialmente con Dido, el joven Élbir,ese muchachito que
había demostrado su coraje varías veces y el grandote Bolmícar,
leal servidor de su general debían ir a reunirse con el resto del
ejército,pero ahora estaban en el patio porque tanto cómo Aníbal
cómo Aderbal tenían que despedirse de sus mujeres. La parte más
dura.
Aderbal y Dido,más sentimentales,estaban casi llorando
por la separación Âkil por su parte lamento también la partida de
su padrastro y su tío,porque ahora se quedaba él solo con las
mujeres y el enano de su primo.
Aníbal observo a Adriana que llevaba entre sus brazos
al pequeño Sadik, observo a su familia de pies a cabeza, memorizando
cada pequeño detalle de su mujer y su hijo. Temía no volver a
verlos, disfrutar de los largos y frecuentes retozos con Adriana,su
dulzura y su amor. Sadik se haría mayor sin él verlo. Rodeo con sus
brazos la cintura de su mujer y la atrajo contra si, dejando que el
hijo de ambos quedase entre los dos. Sadik aunque era aún muy
pequeño podía intuir que algo pasaba,su pequeña mano se puso en el
rostro de su padre,contacto que Aníbal temió no volver a sentir.
-Adriana.- dijo el nombre de la mujer que adoraba, la
miro a los ojos y esperaba encontrárselos llenos de lágrimas,pero
no,estaban secos, pero se leía en esos ojos de color miel una
tristeza infinita.
Adriana se sentía desdichada, la viuda de un hombre en
vida, pero no quería llorar porque sino Sadik lloraría también.
Temía a su esposo cuando lo veía así, con la coraza de bronce con
el relieve de la reina Dido,la espada colgando del cinto.
-Vuelve con tu escudo,o sobre él.
-Volveré,y tú y yo volveremos a estar juntos.- los
negros ojos del púnico se clavaron en su hijo, extrañaría a ese
mocoso,verle crecer.- Y tú y yo entrenaremos juntos un día.
-Los dioses te guíen, Gracia de Baal.- la voz de
Adriana sonó quebrada y entristecida, no quería que por una maldita
guerra ella y Aníbal se separasen.
-Nada
tienen que ver los dioses,pero Baal estará a nuestro lado.- “Adiós
amor mío” palabras
que no podía decir. No había sitio para el cariño en Cartago,no
había sitio para la debilidad. Los hombres salieron de casa,dos de
ellos con la preocupación de una familia a su espalda.
-¡Aníbal!-
Adriana salió corriendo de casa,había dejado a Sadik en brazos de
su cuñada para salir corriendo y abrazar a su marido por última
vez.
-¿Q-qué
haces mujer?- preguntó Aníbal ruborizado ligeramente, pero
correspondió el efusivo abrazo de su esposa, Adriana tenía la
cabeza apoyada en su hombro y lo humedeció de cálidas lágrimas.
-Nuestros
caminos se separan hoy, buen viaje se muy feliz.- pudo decir Adriana,
se separaron ligeramente para mirarse a los ojos, Aníbal vio que
ahora los ojos de su mujer estaban enrojecidos por las lágrimas y
húmedos por la multitud de lágrimas.
-Me
marcho a buscar todo lo que he perdido,me alejo de ti a buscar al que
fui.- con estas palabras,él le decía que volvería triunfante de la
guerra,cómo un león que va a expulsar a otro león de su
territorio.
Adriana
volvió a casa entre sollozos, cuando Aníbal había estado en Iberia
a una pequeña campaña militar lo paso mal,pero ahora que era una
guerra y que no sabía cuanto estaría fuera y que Aníbal podía
matar a Adelphos y a Fabio la destrozaba, cuando entró Dido la
esperaba con Âkil a su lado formalmente y con Sadik en brazos,
Adriana cuando llegó a la altura de su cuñada,cogió a su hijo en
brazos y lo estrecho contra su pecho,Dido la abrazo, sabía por lo
que estaba pasando, también temía por Aderbal. Ya sufrió muchísimo
por la muerte de su primer marido Asdrúbal. Asdrúbal...su padre le
prometió a él, al principio no había amor,pero el tiempo les
otorgo un cariño y una complicidad que rozaba el amor, tuvieron un
hijo,pero....los íberos se lo arrebataron, pero así se pudo casar
con su querido Aderbal.
-Volverán hermana, los dioses lo harán posible.
Volverán.- decía Dido.- Entremos dentro, Sadik esta muerto de
sueño.- era cierto, Sadik se había quedado profundamente dormido en
brazos de su madre, era aún muy pequeño y se dejaba vencer
rápidamente por el sueño y en esos momentos prefería el calor de
las sábanas de la cuna que estar entre los brazos de su madre en el
exterior de casa.
-Tienes razón,hermana.- ambas mujeres entraron en la
casa acompañadas de sus hijos,aunque Âkil se iría en nada
acompañado de algún esclavo a la escuela,Âkil tenía ya siete años
y estaba empezando los estudios y el adiestramiento militar.
En lo que Dido se despedía de su hijo y deseándole un
buen día en la escuela, Adriana fue a la habitación de Sadik a
dejarle en la cuna, lo arropo bien ya que hasta más tarde no
empezaría el calor propio del mediterráneo. Una vez lo dejo dormir,
Adriana salió al balcón a observar las vistas del puerto, desde
allí se veía el sector del puerto dónde estaban los barcos de la
flota militar. Se apoyó en la barandilla para ver cómo los barcos
iban a salir del puerto a la guerra, su cuñada no tardo en ir a
verlo también junto a Adriana.
-Dido, ¿has salido alguna vez de Cartago?
-Sí. Estuve en Iberia acompañando a Asdrúbal,
fue.... horrible,entiendo que mi hermano no quisiera que hicieses
cómo otras y le acompañases, en una guerra no se hacen miramientos
entre hombres,mujeres o niños. Lo hizo por tu seguridad, hermana.-
Adriana asintió levemente observando el puerto. Tardo algo más de
hora y media el ver cómo las embarcaciones de guerra partían del
puerto a mar abierto en rumbo a la isla de Malta, directo a la guerra
contra Roma, las dos superpotencias del Mediterráneo se enfrentaban
una vez más. No iban sólo soldados, padres,hermanos,maridos,amigos
partían a luchar por el Imperio Púnico. No eran sólo cartagineses,
habían sido reclutados númidas,libios, mercenarios que odiaban Roma
y que eran de territorios conquistados por Cartago. La suerte estaba
echada
(dibujo hecho por un amigo mio para esta entrada)
me encanta, se ve que aún le cuesta expresar emociones pero es evidente que adora a su esposa y a su hijo.
ResponderEliminarEn parte es por su rango,un general no podia dar esas emociones. Pero adora a su familia y aunque no lo doga lo demuestra
Eliminarse nota que los quiere :). publiqué otra entrada, por cierto :).
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