Suavis Inimicitia: "Dudas y compañias"
-Estas de broma,¿verdad?- le dijo Adriana esa noche una
vez que estaban solos en la alcoba conyugal. Aníbal no había tenido
mucho tacto a la hora de decirle a su mujer que debía volver a irse
a Iberia.
-Nunca bromeo.- dijo Aníbal simplemente cambiándose
de ropa para ponerse una simple túnica de lino,era ya casi invierno
y su costumbre de dormir semidesnudo desaparecía en los meses de
invierno.
-No hace ni un año que volviste de la guerra con
Roma,¿y ya quieren mandarte otra vez a la guerra? ¡Vas a matarte a
este paso!- grito Adriana. No quería que su marido volviese a la
guerra,no quería que la dejase sola otra vez y con los dos niños.
-Lo se Adriana,lo se. ¿Tú crees que quiero irme a
Baécula?
-¡Encima a Baécula!¡De dónde casualmente es la puta
de tu ex esposa!- gritó Adriana,era obvio que nuevamente Adriana
estaba celosa de Delinenar. Aunque ya había visto que no tenía
motivos para estarlo.
-¿¡Otra vez vas a ponerte celosa!? ¡No seas niña!-
a veces Aníbal olvidaba la diferencia de veinte años que los
separaba. Que cuando él estaba luchando cuando ella estaba
aprendiendo a gatear. Que ella ahora tenía apenas diecinueve años
años y él casi cuarenta años. Era una niña. Una niña que se vio
obligada a crecer de golpe,que a esa edad ya llevase dos hijos a su
cargo.
-¡Tengo motivos! ¡Cada poco quieres irte y dejarme
aquí sola en Cartago!- Aníbal para callarla le dio un fiero beso en
los labios pero Adriana se resistió por primera vez de un beso de su
marido,no quería que usase sus besos para callarla. Cuando se
separaron, el enfado de Adriana no se había pasado.
-Adriana,esta vez vendrás conmigo.- los ojos de venado
de Adriana se abrieron de par en par.¿Ella ir a Iberia? ¿Con él?
-¿Y los niños?- preguntó anonadada.
-También.- empujo a Adriana sobre la cama y no tardo
en colocarse encima de ella.
Una vez termino,Aníbal creyó que el acoplamiento
amoroso había hecho que Adriana fuese a decir que si a lo de
acompañarle a Baécula con los pequeños monstruitos.
-Entonces vendrás a Baécula.- afirmó el púnico
atrayendo a su mujer contra él,aunque Adriana se revolvió un poco a
modo de protesta,pero fue una protesta muy débil. Por fin él quería
que le acompañase. Pero los niños....eran muy pequeños,pero no
quería separarse de sus bebés.
-Sí. Pero los niños vienen,¿no?
-Sí. Tras la boda de tu primo nos iremos a Baécula.
Estarás protegida,tanto tu como los mocosos.
-Tengo miedo....nunca salí de Italia o ahora de
Cartago....-la joven se acurruco contra el musculado cuerpo de su
marido y sus dedos acariciaron casi con temor las cicatrices que
surcaban el cuerpo de Aníbal,la que más miedo le daba era la enorme
cicatriz que tenía en la espalda,desde el omoplato derecho hasta el
costado izquierdo. Ella tenía sus propias cicatrices,las estrías de
sus embarazos,¿serían comparables? Unas de las guerras,de salvar su
vida y segar las de otros. Unas por albergar una vida y dar a luz.
Muerte y vida. Adriana se recostó sobre su marido,apoyándose en su
pecho,incitante.
-¿Vas a provocarme,princesa?
-No.- una inocente sonrisa se dibujo en los labios de
Adriana y justo cuando iba a volver a besar los labios de su
marido,sonó un llanto muy conocido.
-Malditos críos....- musito Aníbal quitándose de
encima a su mujer.- Ve a ver que tripa se le ha roto a la mocosa.
-¡No digas eso!- Adriana se apresuró a ponerse una
sencilla túnica de lino para ir a atender a Aradna. Aníbal
suspiró,pequeños monstruos que ocupaban el tiempo de Adriana....
-¡Atia!- era la voz de Adriana llamando a gritos a la
niñera de la cría,¿habría pasado algo? ¡Bah! Fuese lo que fuese
lo podría solucionar Adriana. Pero Aníbal se sintió inquieto,de
modo que tras vestirse fue a ver que pasaba.
-¿Qué ocurre?- preguntó entrando en la habitación
dónde estaba su mujer con la cría,Adriana estaba con la niña en
brazos y Atia poniéndole un paño húmedo en la frente a la pequeña.
-Tiene fiebre.- murmuro Adriana muy preocupada,Aníbal
se acerco a su mujer y a su hija para poner la mano en la mejilla de
la pequeña,efectivamente estaba caliente después la puso en la
frente de la niña y por el paño húmedo en la frente no se le
notaba tanto.
-Aradna,vas a ponerte bien.- decía Adriana
notablemente preocupada por la pequeña.
-Los niños pequeños tienen el vicio de ponerse malos.
-Sadik no tanto,Aníbal.....
-Âkil estaba muchas veces enfermo. Y parte de la culpa
la tienes tú,Adriana.- ella le dedico a una mirada de evidente
enfado a su marido,¿cómo se atrevía a decir que era parte culpa
suya que Ara se pusiera enferma?
-A ver mujer. Los mocosos los tienes muy
mimados,mira,los mocosos que son de las castas bajas de Cartago no
están tan mimados. Con un poco de frío los tienes protegidos como
si estuviesen en el norte de Germania,los otros niños van aún
descalzos y no enferman tanto porque se inmunizan.- Adriana lo miro
sorprendida,para decir que no sabía nada de niños y que no le
gustaban bien que sabía cosas y tratarlos.
-¿Cómo.....?
-En mi ejército muchos son padres. Y que cuando te
quedaste embarazada de Sadik,Dido me forzó a aprender cosas de
mocosos. Aunque tu sin haber tenido experiencia estas criando bien a
los mocosos.- con este vasto halago, Aníbal le decía a su esposa
que era buena madre. Adriana agradeció eso. Tenía que admitir que
su esposo tenía razón,tenía que dejar que sus hijos fuesen más
niños y no protegerlos tanto.
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