Suavis Inimicitia



Para todo hay una segunda vez,y aquello no podía ser diferente. Así que se suponía que Adriana no tendría que sorprenderse de descubrir que estaba embarazada nuevamente. Pero lo hizo. Aún estaba casi haciéndose a la idea de tener un hijo aunque de eso hiciese ya casi tres años.

-¡¿Otro?!- había dicho Aníbal frunciendo el ceño cuando se lo contó – Adriana,no. Ya tenemos uno y es más que suficiente.

-Bueno,¿y que hago?- Adriana se sentó en la cama al lado de su esposo, los continuos retozos que tenían pendientes de dos años había acabado con el resultado de que nuevamente en el vientre de Adriana estuviese gestándose una nueva vida. Aníbal la miró con una mezcla de seriedad y enfado, ya lo habían pasado bastante mal cuando lo del aborto,y ahora otro mocoso en camino. Económicamente no había problema,pero el problema era que ya serían cuatro en la familia. Y nuevamente nueve meses y pico de castidad impuesta por un pequeño ser que volvería a robarle los mimos y el cariño de Adriana, ya tenía bastante con compartirla con Sadik.

-¿Tengo que decírtelo? El Tofet - insinuó Aníbal maliciosamente, Adriana por poco le partió una ánfora en la cabeza por insinuar semejante barbaridad, lo que si hizo fue no dormir con su marido esa noche,sino con su hijo. Ese era otro problema: Sadik. ¿Cómo se lo decía a su hijo que pronto no iba a ser el único niño? Adriana fantaseó brevemente con la idea de que ese bebé que crecía dentro de ella fuese una niña.

Adriana estuvo semanas sin hablarle a Aníbal por mencionar lo del Tofet sabiendo lo que Adriana pensaba sobre esas cosas. En esas semanas pensaba en la forma de decirle a Sadik lo de que iba a tener un hermanito o un hermanita dentro un varios meses.
Una de las tardes, estaba jugando con Sadik en un patio cuando Aníbal llegó, había vuelto un poco antes de lo normal. Con un simple movimiento de cabeza le indicó a Sadik que se fuese un momento,el niño obedeció por temor a su padre,aún le imponía la presencia de Aníbal. Él se acercó a ella por la espalda,ya que ella rara vez le miraba a la cara en esas semanas de berrinche. Le dio un breve beso en la nuca,notando cómo Adriana se estremecía involuntariamente.

-Lo aceptaré en la familia.- dijo simplemente Aníbal, Adriana esbozó una sonrisa, en el fondo Aníbal quería a ese bebé, cómo cuando se quedo embarazada de Sadik se hacía el duro pero aún así la paternidad hacía mella en él. Al menos eso pensaba Adriana.
Fue a buscar a su hijo que estaba en su habitación jugando en el suelo con unas figuritas de madera que representaban soldados y caballos en miniatura, estaba el niño enfrascado en su propia batalla.

-Sadik,cariño.-le llamo Adriana atrayendo la atención del niño,el cuál pensaba que su madre quería jugar con él

-Mami,¿jugamos?

-Sadik,tengo que decirte una cosa importante.- Adriana se sentó en el suelo al lado de su hijo,el niño miró a su madre dubitativo,¿qué sería lo que su madre quería decirle que era tan importante?

-¿Qué pasa?- Adriana sonrió ampliamente y abrazó a su hijo con mimo.

-Verás cielo, vas a tener un hermanito o una hermanita.- el pequeño abrió desmesuradamente los ojos,¿un hermano? ¿Iba a tener un hermano?

-¿Hermanito....?

-Sí. Dentro de un tiempo,tendrás un hermanito o hermanita con quien podrás jugar. Mira,vas a ser el hermano mayor, eso quiere decir que tendrás que proteger al bebé y cuidarle.- Sadik parpadeó un par de veces,¿iba a ser el hermano mayor? ¿El mayor? Se sentía repentinamente mayor, habría alguien en la casa más desvalido y pequeño que él,alguien a quien debería proteger.

-¿Dónde esta mi hermanito?- preguntó Sadik con voz entusiasmada, estaba que no cabía en si de euforia,ojalá fuese pronto cuando llegase su hermano o hermana menor. Inocentemente el niño creía que su hermano sería de su edad y no un indefenso y pequeño bebé.

-Está aquí.- Adriana tomó la manita de Sadik y la puso sobre su vientre,lógicamente aún el embarazo no se le notaba,pero estaba ahí, creciendo poco a poco.

-¿Aquí?

-Sí.

-¿Por qué esta dentro?

-Porque sí.- Adriana le dio un tierno beso en la frente a su hijo,¡era tan tierno! Dentro de nueve meses la familia aumentaría, volvería la época de llantos casi continuos de madrugada, pañales y camas mojadas entre más cosas. Pero estaba vez estaba más experimentada,aunque el parto era el proceso que más le aterrorizaba con diferencia,aún se estremecía al recordar el dolor del parto y la recuperación posparto.

Esa noche,Sadik temiendo que el poder dormir con su madre desapareciese por completo, trato de dormir esa noche con Adriana. Pero cómo las súplicas a su madre no funcionaron uso otra táctica: llorar. Cuando lloraba su madre si que cedía y podía dormir con ella en la cama de sus padres,ya había funcionado otras veces,pero esa vez sería distinta.
Aníbal se levantó de la cama notablemente enfadado, estaba cansado y ahora el crío se ponía a llorar,sospechaba lo que pretendía el mocoso pero no lo iba a tolerar. Por eso mismo no dejaba a Adriana salir a ver que le pasaba.

-Aníbal,por favor,dejáme ir a ver que pasa.- no, Aníbal la agarró por los brazos para tratar de que no se fuese de la habitación,pero el sonido de los llantos del niño le estaban crispando los nervios a más no poder.

-¡Maldita sea!- gritó encolerizado, conteniéndose para no ir y darle motivos al niño para llorar,descargo su enfado con la pared al darle un fuerte puñetazo con la mano izquierda a la dura superficie,escuchándose un fuerte crujido en su mano,era obvio que se acababa de partir la muñeca izquierda por ese golpe cargado de enfado. Aníbal al sentir cómo sus huesos se rompía,empezó a gritar maldiciendo todo lo existente,blasfemando,gritando todo tipo de palabras obscenas y pensando en que debía haber sacrificado a su hijo a Baal en cuanto pudo.
Al escuchar tales gritos que daba su padre,Sadik se calló de inmediato, mejor no tentar a la suerte. Adriana se apresuró a llamar a gritos a algún esclavo para que trajese algo para vendarle la mano.
Al cuarto de hora, ya Adriana se encontraba vendando la mano izquierda de su marido,menos mal que Aníbal era diestro, había tardado todo ese tiempo en calmarse y en dejar de decir herejías. Adriana tenía la virtud de calmar la ira de Aníbal.

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