Invictus: "El reencuentro"
El barco llegó a las tierras de
Cartago a altas horas de la noche desde la lejana Britania,habían
pasado casi ocho largos años desde que no pisaba tierras africanas
desde que dejo atrás su hogar para buscar nuevas historias,nuevas
culturas....pero ya era ahora de volver a casa. Pero debido a las
altas horas de la noche no iba a ir a su antigua casa,pasaría la
noche en una posada y ya iría por la mañana para ver a su familia.
¿Cuánto habría cambiado todo?
Cartago aún seguía siendo una de las mayores potencias del
Mediterráneo,se estaba expandiendo a los largo de África e
Iberia,además de las nuevas alianzas con Sicilia. Eran tiempos de
prosperidad en que parecía que la diosa Tanit sonreía a sus hijos
mortales desde hacía tiempo,era un periodo no sólo de paz si no
también de economía alta. Pero al viajero lo que le importaba era
que al día siguiente se reencontraría con su familia.
Consiguió llegar a una posada que
estaba cerca del puerto,no quería ir muy lejos porque estaba cansado
y quería asearse para ir mañana presentable a ver a su familia,tras
ocho años no era plan de que lo viesen como a un bárbaro o algo
peor,¿esa noche dormiría? Quizás por el agotador viaje si,pero si
no fuese por eso apenas dormiría por la emoción del reencuentro. En
cuanto llego a la posada y ceno,una esclava venida desde el interior
de África,de piel tan oscura como el ébano se encargo de la tarea
de ayudarle a asearle y de proporcionarle otro servicio tras tanto
tiempo sin probar mujer,su última amante fue una celta allá en la
lejana Britania,pero los meses de viaje fueron largos y esto era
mejor que darse el solo amor.
Durmió hasta bien entrada la
mañana,”Mierda” pensó al ver cómo se colaba con bastante
fuerza la luz del sol,se había dormido,normal con el agotamiento
acumulado,de modo que se apresuro a vestirse con un sencillo chitón
blanco y gris,cogió una bolsa de cuero en donde no sólo llevaba un
montón de pergaminos si no también unos cuantos regalos que
llevaba,no eran solo de Britania,si no de más sitios que visitó .
Tras pagar al posadero salió de allí para buscar la villa que
estaba buscando,curiosamente la residencia que buscaba estaba cerca
del puerto ya que era el lugar donde hervía la vida en
Cartago,además del ágora. Tenía un nudo en la garganta,la última
vez que vio a ciertos miembros de la familia eran niños,y ahora uno
de ellos tendría casi quince años y estaría a punto de entrar en
el ejército,no en vano era su destino,él al menos tuvo suerte y
pudo elegir su camino,pero estaba seguro de que ese muchacho le venía
como anillo al dedo su futuro papel.
Sus pasos le llevaron ante la puerta
de una gran propiedad,la casa al igual que el terreno estaba situada
de tal manera que estaba orientada para que las vistas fuesen del
bello mar,cerró los ojos e inspiró profundamente,pero iba a dar un
paso,tontamente con los ojos cerrados aún cuando de golpe sintió un
choque con alguien.
-Oh,dioses,perdona....-abrió los ojos
y lo que vio no se lo pudo creer. -¡¿Sa...Sadik?!- ese muchacho
apenas tendría catorce o quince años,lo que más destacaba de él
eran sus ojos,de un verde profundo cómo esmeraldas,era guapo a pesar
de que sus facciones no estaban aún asentadas del todo,labios
finos,ojos ligeramente almendrados,nariz mediana,el pelo castaño
oscuro lo llevaba algo largo hasta un poco más abajo de los hombros
ligeramente alborotado pero recogido en la nuca. Su piel era
morena,herencia cartaginesa,de complexión algo delgada pero estaba
en pleno desarrollo ya que en sus brazos y piernas ya se estaban
notando los músculos. Sadik había dado un estirón de
potrillo,siendo casi tan alto ya cómo el adulto.
-Sí....¿y tú eres...?- la voz le
estaba cambiado,estaba más ronca,pero aún se atisbaba cierta
infantilidad en su voz.
-¿No te acuerdas de mi,Sadik?- el
ceño del joven adolescente se frunció,la verdad es que le sonaba de
algo,le daba rabia por acordarse.
-En el sagrado nombre de Baal....tú
cara me suena.
-Soy Aníbal,hijo de Arístides,tu
primo- lógico que no se acordase de él,cuando se fue era un niño
de siete años aferrado a las faldas de su madre,además de que
Aníbal también había cambiado,tenía casi treinta y cinco años,se
había dejado algo de barba pero continuaba siendo el mismo soñador
filosofo de siempre.
-¿Aníbal...?- preguntó el joven con
cierta desconfianza,pero pronto los labios de Sadik se curvaron en
una sonrisa y no tardo en abrazar a su primo,gesto que fue totalmente
correspondido por el adulto,había dejado atrás a un niño y ahora
tenía ante él a un hombrecito. El muchacho lo llevó dentro de la
casa a rastras era una alegría que tras ocho años su primo hubiese
vuelto a casa,a excepción de Âkil estaba harto de sus hermanos y
primos menores.
-¡Madre,madre!- gritó Sadik,pronto
Aníbal vio a una mujer que podría haber competido con la mismísa
Afrodita: Adriana Melkart,la reina de Siracusa.
-¿Aníbal?- preguntó Adriana. El
filósofo asintió y se quedo nuevamente embobado al ver a
Adriana,ahora tenía treinta y un años pero seguía siendo
hermosa,su larga melena negra ondulada seguía tan negra como el
azabache,su figura hermosa y sus ojos tan bellos como los de un
ciervo.
-Sigues tan hermosa como
siempre,tía,¿cómo es que no estáis en Siracusa?
-Cartago es nuestro hogar,pero sigo
gobernando Siracusa- detrás de Adriana aparecieron dos personitas,de
once y ocho años: Aradna y Amílcar. Aradna era una muñeca de
largos cabellos negros y los mismos ojos que su madre,había crecido
un montón pero aún no se atisbaba su futura figura de mujer,pero
eso sería en breve. Amílcar seguía siendo un niño,de pelo negro y
ojos negros,era muy parecido a su padre cuando era pequeño.
El filósofo y la reina pronto
empezaron a hablar,Adriana le dijo que su marido estaba en el
consenso de Cartago pero que no tardaría en volver,no estaba en
calidad de rey,si no de general por una campaña en Iberia en la que
estuvo hacía poco. Y él no tardo en sacar los regalos para su tía
y sus primos,para Adriana era un precioso collar que había
pertenecido a una princesa britana con el símbolo tallado de la
trinacria,a Sadik y Amílcar les regaló unas espadas falcata sque
había sido forjada en la bella ciudad de de Byzantiun,una bella
ciudad situada entre Europa y Asia. Para Aradna fue más
especial,eran dos espadas si,pero distintas,eran largas como un
antebrazo,ligeras pero letales.
-¿Y estas espadas?- ¿cómo pudo
acertar Aníbal en que Aradna estaba siendo entrenada junto con sus
hermanos en eso uso de las armas? La verdad es que algo se
intuía,pero lo que nadie entendió,ni siquiera el propio Aníbal era
que su única hija fuese más hábil que sus hermanos en el uso de
las armas.
-Estuve en la India,Adriana,y ahí
compre estas espadas para Aradna,no sé....algo dentro me lo dijo.
-Más acertado imposible.
Horas más tarde llegó Aníbal a su
casa,y a quién menos esperó encontrarse fue a su sobrino que se
encontraba perdido por el mundo,pero fue una tremenda alegría al
volver a tenerlo en casa. Aníbal tampoco había cambiado
mucho,quizás ahora tenía alguna cana más,pero seguía siendo
alto,fuerte y que irradiaba respeto y fuerza,no era en vano rey y uno
de los mejores generales de Cartago. Aníbal,a excepción de su
mujer, sus hijos,su hermana y Aderbal no era muy dado al contacto
físico,pero aún así le dio un abrazo a su sobrino,quién
correspondió sorprendido porque siempre que trato de darle un abrazo
había recibido un golpe o algo peor,por una vez que le daba un
abrazo su tío....iba a aprovecharlo. El joven filósofo también le
trabo una espada falcata Aníbal,pero a diferencia de la de sus
hijos,esta estaba forjada en Britania,algo casi único. Ahora una vez
llegado el momento de ver los cambios de todos,llegaba el momento de
ponerse al día.
Que bonito que haya vuelto el filosofo, me alegra :):). Es un encanto.
ResponderEliminarSadik ha crecido e.e pero aún sigue siendo un niño xDD
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