Suavis Inimicitia "Temores y compañias"
A su vez,mientras que Élbir,Fabio y Adelphos cumplían
la misión de viajar a Roma para tratar de negociar la paz entre Roma
y Cartago,Aníbal aguardaba impaciente el regreso de Élbir con
noticias de como había ido todo en ese maldito nido de ratas
repugnantes llamada Roma. Aunque eso no le salvaría de viajar a
Iberia,aunque esta vez se llevaría consigo a su familia,aunque no
estaba completamente seguro de si hacía bien. Baécula.....estaba
cansado de solo pensarlo e ir a la zona donde estaba Himilcón,su ex
suegro.....no le hacía gracia alguna.
Aníbal no podía dormir una de esas noches previas a
ir a Iberia,de modo que tras dejar la calidez del lecho conyugal y la
placentera compañía de su esposa para salir al amplio balcón de la
habitación para apoyarse en la barandilla y meditar mientras
observaba el mar Mediterráneo. Suspiró y clavó su negra mirada en
las aguas del mar. Estaba cansado de pensar el día que le esperaba
en cuanto despuntase el sol, muchas veces la coraza de bronce le
resultaba ligera,cómo una segunda piel,no en vano se pasaba muchas
horas con la armadura puesta. Pero otras veces le pesaba demasiado
tanto que a veces le resultaba agobiante. La espada falcata era casi
una extensión de su brazo,aunque a veces por más que la limpiase
seguía viendo en ella las manchas de sangre de años de teñirla de
rojo. A veces su cargo le pesaba sobre los hombros cómo una carga
demasiado pesada para un hombre,las vidas de sus hombres dependían
de él,era el estratega y el general de su ejército,demasiada
presión. Pero sacrificarse tenía su recompensa, podían él y su
familia vivir con bastantes lujos,aunque hubiese sido un soldado de
rango menor,la dote de Adriana le hubiese servido para vivir
holgadamente. Pero no. Él era el hombre,debía cuidar de su
familia,debía ser él quién trajese el sustento a su casa,
dependían de él Adriana,Sadik y Aradna. Su mirada paso al interior
de la habitación conyugal,concretamente en Adriana,que dormía
plácidamente entre las sábanas en las que horas antes habían
retozado,entró dentro para sentarse al borde de la cama y sus dedos
empezaron a recorrer la suave piel de la espalda de Adriana,le
gustaba el contacto de sus dedos sobre la piel de su mujer por la
suavidad que esta tenía. Noto como Adriana se movía ligeramente y
la vio girar la cabeza para mirarle,a la luz de la luna pudo ver como
los labios de su esposa se curvaban en una sonrisa.
-¿Por qué no continuas lo que tus dedos han
empezado?- preguntó Adriana con voz adormilada,Aníbal sin más negó
con la cabeza,de momento se contentaba con esas caricias
superficiales. -¿Te ocurre algo?- preguntó Adriana incorporándose
en el lecho,podía intuir que algo le pasaba a su marido,él a veces
era como el mar, cuando quería podía mostrar sus intenciones u
otras era tan sombrío y turbio que no se podía saber que rondaba
por su cabeza.
-Estoy preocupado por lo de Baécula. No se si debería
permitirte ir a ti y a los mocosos.
-Estaremos bien. Tranquilo- Aníbal pego su frente con
la de Adriana clavando sus ojos en esa mirada color miel,mirándose
ambos de manera muy íntima y personal. El púnico adoraba esos ojos
como los de un ciervo,tan hermosos....su hija Aradna había heredado
los preciosos ojos de su madre y eso a la larga sería un problema,ya
que si no se resistía a la mirada de Adriana con su hija no sería
diferente.
-Te amo- mustió Adriana rozando sus labios con los de
Aníbal,bastante provocación para que su marido no tardase en tomar
la boca de su mujer con la suya,un beso muy superficial,pero Aníbal
no tardo en intensificarlo,por muy cansado que estuviese nunca lo
estaba para eso. Aunque nunca dijese que la amaba,no le hacía
falta,lo demostraba no con palabras,sino con actos.
-No lo digas....-musitó Aníbal tras separar sus
labios de los de su mujer -No lo digas....- repitió él echándose
encima de su mujer,por muy preocupado que estuviese pero los momentos
de pasión hacían que sus temores y preocupaciones se disipasen.
Amaneció nuevamente,por una noche Aníbal pudo dormir
tranquilo,pero despertó antes de la hora de que tuviese que
irse,unos instantes de paz entre las sábanas con su mujer....sin
ropa. Inconscientemente acariciaba los largos cabellos de
Adriana,enredándolos entre sus dedos y abriendo un poco los mechones
en abanico. Adriana estaba acostumbrada a madrugar por culpa de su
esposo,por lo cuál acabo despertando aunque fuese aún temprano.
-Buenos días- saludo Adriana tiernamente,Aníbal
correspondió al saludo con un fogoso beso de buenos días,devorando
los labios de su mujer,gesto apasionado que fue totalmente
correspondido por Adriana, cuando se separaron Adriana no pudo evitar
echarse a reír.
-Que fogoso estas- sonrió Adriana.
-Me gusta tenerse así...- musitó Aníbal levantando
un poco la manta para ver el cuerpo desnudo de su mujer,ella volvió
a taparse un poco avergonzada- ¿De qué te avergüenzas,mujer? No es
la primera vez que te veo desnuda- dijo con cierta picardía,sacándole
los colores a su mujer.
-Eres un demonio- rió Adriana mordisqueándole el
labio inferior a Aníbal,dándole un leve tirón de manera juguetona.
Suficiente provocación para Aníbal,había tiempo de sobra para
entregarse nuevamente al amor,pero fueron interrumpidos por un llanto
agudo muy conocido por ambos.
-Voy a ver como esta la niña- Adriana empujó a Aníbal
para que se quitase de encima suya y se puso provisionalmente el
vestido que había llevado anoche para ir a ver que le ocurría a su
hija.
El resto del día era la rutina habitual,Aníbal fue
con sus hombres para prepararse para la guerra y Adriana supervisaba
las labores de los esclavos y atendía a sus hijos en casa. Pronto
tendrían que ir a Iberia y tenían que aprovechar los días que
estaban en sus hogar antes de ir a la Península Ibérica. Aníbal ya
le había adelantado que ella tendría que ir con ropas íberas,para
no ofender a los nativos,cosa que no molestaba a Adriana, y que
tendría que usar más el nombre de Kshyqti, se sabía que ella era
romana,pero debía disimularlo porque los romanos no eran plato de
buen gusto para los íberos o los celtíberos. En fin, Iberia tampoco
era plato de buen gusto para Adriana. Quedaba poco para partir a
Baécula, unas dos semanas,dos semanas de descanso en casa,excepto
para Aníbal. Para Adriana la vida de militar era cruel,
constantemente en guerra, sin poder descansar en su propia casa un
día,porque eran todos los días el tener que entrenarse,a excepción
de algunas festividades,pero por lo general,Aníbal no paraba ni un
momento, llevaba acumulado en su cuerpo el cansancio de día tras
día. Guerra tras guerra,batalla tras batalla. Y por las noches a
veces las pesadillas que torturaban la mente de Aníbal,pocas veces
le decía sobre que eran esos sueños,a veces era la guerra,los actos
de asesinato,batallas en las que casi perdió la vida. Otras los
traumas infantiles que Aníbal trataba de encerrar en su mente,ya
fuese los traumáticos meses que estuvo con el libio Eheder o con
otros hombres con los que su padre tuvo negocios o tratos en los que
Aníbal salía mal parado. Hannon Melkart, su suegro, Adriana lo veía
una figura oscura y lejana,un hombre detestable que nunca tomo en
consideración a ninguno de sus hijos,obligándoles a matrimonios
concertados como el de Aníbal y Delinenar o Dido con Asdrúbal. Pero
Hannon fue un brillante militar en el pasado que sólo cometió un
fallo,pero un fallo gordísimo que le costo la carrera militar y
“gracias” a eso pudo abandonar su casa,dejándole a Aníbal el
peso de ser el nuevo amo de la casa. Pero nunca se le especifico que
error fue,y quería saberlo,quería descubrir algo más del pasado de
su marido,un pasado lleno de dolor y tristeza,pero ella quería
asegurarse de que su presente y su futuro fuese todo lo contrario.
Pero a la vez temía que al preguntarle por su pasado reabriese
heridas ya cicatrizadas,pero ella le consolaría con lo que fuese y
aguantaría si se ponía de muy mal humor. Quería
comprenderlo,conocer su dolor y ayudarle a curarle.
Me encanto!! aun que no soy de ñoñerías , aún así está dpm :))
ResponderEliminarHay que admitir que me salio mas ñoño de lo que queria xD
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