El Lobo y la Esclava : Capítulo 7 Primera noche

¿Pasar la noche con él? Aquello debía de ser una broma, no podían hablar en serio...en cuanto Julia se lavó y cambió sus ropas por una sencilla túnica de lana. La mujer anciana le llevó junto con Kaile fuera de esa casa hasta la casa principal. Una gran casa rectangular hecha de piedra y madera, en especial esta última, que cuando entraron en su interior Julia pudo comprobar que la casa se dividía en tres naves, la centras a modo de salón y las dos lateral, sin saberlo ella, donde se realizarían las tareas domésticas, además de un hogar que calentaba el lugar en el centro, al fondo se encontraba un corral dónde había animales como cabras o cerdos, ¿tenían ganado en la casa? . Una escalera de madera subía hasta un piso superior dónde estaban las camas y con eso Julia sintió un escalofrío.

— ¿No tienen habitaciones propias?—  pensó la joven muerta de vergüenza pensando que si la iba a violar, porque ni de broma iba a entregarse a un bárbaro por las buenas, lo haría delante de toda su familia y el resto de la gente.

— Frida —  dijo la mujer rechoncha que las había traído hacía ahí señalándose, Kaile y Julia se miraron sin entender y la mujer rodó los ojos volviendo a señalarse al pecho — Frida.

¡Era eso! La mujer estaba diciendo su nombre al parecer, Julia se adelantó a Kaile y se señalo.

— Julia Mesalina —  Frida la miró sin entender y la romana volvió a señalarse diciendo su nombre — Julia.

— Ju...Ju...lia —  la joven asintió repetidas veces — Julia —  señaló a Kaile y esta hizo lo mismo, hablaba aquel idioma pero no tanto, comprendía y podía contestar algunas cosas pero la que se llevaba la peor parte eran Julia y seguramente el griego que no entendían ni una palabra. Mediante señas y lo poco que traducía Kaile, Julia entendió que quería que se pusieran a cocinar, Julia no tenía ni idea de que hacer...nunca había cocinado nada de modo que cuando vio unos conejos entero no supo que hacer con ellos y menos con el resto de cosas que había para cocinar tales como pescado. Al menos en esos momentos no tenía alimentos que no conocía como focas que de vez en cuando eran cazadas y Julia nunca había visto. Frida la agarró del brazo zarandeándola para que empezase a trabajar, porque Frida no era precisamente una mujer de carácter agradable e hizo gemir de dolor a Julia por el fuerte agarre mientras la mujer le gritaba, pero la regañina fue interrumpido por otra voz femenina: una mujer madura pero con rasgos hermosos, su pelo cuidadosamente recogido en trenzas era rubio cenizo con algunos mechones plateados debido a las canas, vestida con ricas ropas y cuando Frida la escuchó soltó a Julia para obligar a la romana agachar la cabeza en señal de respeto.
Astrid se aceró a ellas y se quedó mirando a Julia con aquellos pozos de color miel que Astrid poseía por ojos, Einar habría heredado el color de ojos de su padre pero la profundidad y la mirada serena eran de Astrid. La mujer tomó las muñecas de Julia para hacer que le mostrase sus manos. Lo que temía. Unas manos suaves como la miel, además de su piel clara que demostraba que aquella delicada muchachita era de noble cuna. Astrid le dijo algo a Frida cuando soltó a Julia, quien  maldijo el no entender una maldita palabra de lo que decían.


La orden que le dio Astrid a Frida era que se encargase de Julia, que la enseñase a ser una mujer hecha y derecha, esclava si, pero que supiese valerse por si misma. Algo que Frida no le gusto pero que accedió de mala gana pues Julia era torpe, demasiado que le hizo perder los nervios y gritarle varias veces. Pero finalmente consiguieron entre ellas y Kaile preparar la cena.
A la mesa estaban Einar junto a Astrid y su hermano Hjalmar y otros tres chicos más jóvenes, los hijos de su padre con su segunda esposa, la cuál había muerto al dar a luz a la única chica, estos eran Sigbjörn, de dieciocho años, Niels, de dieciséis y la única chica Yvette, de trece años, de modo que la chica era más pequeña que Julia. 
Mientras la familia cenaba y bebía como cada noche de manera, hablando de manera alegre, los más jóvenes incluso tirándose trozos pequeños de comida de manera despreocupada hasta que Einar se metió diciendo que no se tirasen comida, aunque cuando hablaba con su hermano Hjalmar y este no le hacía caso le tiró una miga de pan, Julia y Kaile servían las bebida o lo que necesitasen, aunque Julia no entendía, Kaile le medio traducía. Pero la romana sintió cómo Einar no dejaba de mirarla, sentía como la seguía con la mirada y hubo un momento en que las miradas de ambos se cruzaron y él sonrió.

Tras aquella sonrisa, Einar le hizo un gesto con dos de sus dedos a Julia de que se acercase a él, ella supuso que era por la bebida, así que se acercó con la jarra de hidromiel, Einar asintió pero antes de que Julia se apartase la agarró de la muñeca y le dijo algo.

— Tú nombre— aclaró Kaile a lo que Julia miró a Einar y asintió señalandose.

— Julia.— ya había renunciado a decir su apellido, total no valía ahí de nada y parecía que todos se quedaban solo con su nombre de pila.

— Einar — Einar la imitó señalándose a sí mismo.

—Einar....— repitió despacio Julia, y por primera vez esbozó una pequeña sonrisa dado que la sonrisa de Einar era bastante contagiosa, tenía aspecto entre atractivo y fiero pero su sonrisa era hermosa....¡no! ¡¿En qué pensaba?! La había esclavizado, no podía sonreirle y menos pensar que era guapo, de modo que la sonrisa de Julia se borró de golpe y retomó las tareas.

Tras la cena y que las thralls recogiesen todo, la familia se fue a la cama, pero mientras Julia pensó que Einar se había olvidado de que quería pasar la noche con ella, fue agarrada por detrás y echada sobre el hombro arrancándole una exclamación de sorpresa y miedo. Einar no se había olvidado y la tiró sobre su cama, mullida debido a unas pieles de animal a modo de mantas.
Julia se asustó, no, no,no,no, iba a violarla ¡iba a violarla! Julia se encogió echándose hacía atrás hasta que su espalda chocó contra la pared encogiendo sus piernas lo suficiente hasta que sus rodillas casi tocaron su pecho mientras Einar se subió a la cama y gateó hacía  ella e inesperadamente con cierta delicadeza la agarró de los tobillos tirando hacía atrás del delicado cuerpo de Julia y dejándola tumbada mientras se colocaba encima de ella sin descargar todo su peso sobre ella, viéndola temblar y casi llorar de miedo. Él agarró suavemente el rostro de Julia con sus manos grandes y ásperas, sosteniéndola y obligándola a verse cara a cara. Julia le parecía bastante bonita, tenía el rostro dulce y redondo con piel pálida, y con sus pulgares acarició la piel de las mejillas de la romana, su piel era muy suave al tacto y parecía delicada como si con el mero roce pudiese romperse entre sus manos. 

— Julia.— dijo tumbándose a su lado en la cama rodeándola con el brazo y apretándola contra si. Durmiéndose al instante para sorpresa de Julia.