El Lobo y la Esclava: Capítulo 5 "A través del mar"


Las muñecas le dolían, cada vez que intentaba dormir sentía cómo las muñecas le ardían, la circulación debido a las cadenas no pasaba con normalidad por lo cuál cada vez que despertaba o repentinamente pasaba sentía sus muñecas arder. Aléxandros, como fruto por desgracia de años de esclavitud le aconsejaba que moviese las muñecas para que la sangre se moviese. No sólo era el infernal dolor de las muñecas, también el mareo del barco moviéndose mecido por las aguas del mar, de hecho por culpa de ese mareo, al principio Julia acabo vomitando sobre si misma la poca comida que había ingerido ¿solución? Un cubo de agua salada que había cogido del mar, obviamente no iban a desperdiciar el agua potable y limpiar a los esclavos, de modo que algunos se acaban haciendo sus necesidades encima por lo cuál el olor era insoportable. 


— Esto es un infierno..... — musitó Julia cuando una noche murió uno de los esclavos y sus captores se llevaron el cuerpo a los dioses sabía donde, hasta que se escuchó que arrojaron algo al mar. Se intentó mover un poco, las cadenas eran bastante cortas y la obligaban a tener una postura sentada, al menos tenía el consuelo de poder tener la espalda contra la pared.

— No sé a donde nos llevan, pero lo único que tengo claro es que tendremos Roma e Italia muy lejos....pero te protegeré....  Aléxandros en aquellos días le había cogido cariño a Julia, no sólo porque era menor que él, el griego tenía unos 23 años de edad, e imaginaba que tenía que ser un shock tremendo pasar de vivir entre algodones a estar en un barco de esclavos y ser tratada así.


Había perdido la noción del tiempo, ya no sabía cuando llevaba ahí encerrada, se había acostumbrado al mal olor que había en esa bodega, pero a lo que no se había acostumbrado para nada era cuando moría alguno de hambre o de debilidad, salieron del puerto veinte personas y ya quedaban quince. Tampoco se acostumbró a cuando alguno de los marineros bajaba y se llevaba a alguna de las mujeres y la devolvían al cabo de unas horas. Cada vez hacía más frío y en una de esas ocasiones que estaba tiritando de frío, uno de los marineros la desencadenó, pero Julia estaba tan débil que ni fue capaz de poner resistencia. Pero no se la llevaron de la bodega si no que le arrojaron una especie de túnica hecha con un material más abrigado que el vestido de lino que llevaba y le dijo algo en ese idioma incomprensible.

— Dice...que tu poner...si no morir de frío
 dijo Kaile, aquellos hombres no eran galos como Kaile, pero ella al parecer hablaba su idioma o al menos lo entendía.

— Dile qué...

— Tú dar prisa romana. Decir que no tocarte. Tu valer mucho—  de modo que era el objeto de lujo...cómo tardaba el hombre se impacientó y rasgó el vestido de Julia, destrozándolo y quedando la muchacha con una especie de traparrabos de lino y una tira que cubría sus pechos adolescentes. Muerta de vergüenza y de frío Julia se puso la túnica que le dio, le quedaba un poco grande pero era mejor que nada y mejor que el dichoso vestido tan fino. Volvió a encadenar a Julia y se fue de allí.

— ¿Por qué yo valgo mucho?  preguntó a media voz Julia a Kaile.

— Tú ser bella y virgen. Señores del norte gustar thrall joven y bella.  ¿cómo podían todos saber que era virgen? Suponía que era debido a su juventud, pues era la más joven de los esclavos.


— ¿Cuánto llevamos aquí? Se me hace una eternidad....  Julia cerró los ojos dejando caer la cabeza, la terrible sensación de hormigueo en sus piernas y el ardor en sus muñecas era insoportable, la cadena había rasgado la fina piel de porcelana de Julia haciendo pequeñas heridas.

— No lo sé...háblame por favor...no te dejes vencer...

— Roma se ve tan lejos...mira al menos no me casaré obligada...pero no voy a ver nunca más a mi familia...mi padre...mi hermano....—  Julia rompió a llorar por primera vez, era un llanto violento, incontrolable. Aléxandros de haber podido la habría consolado con un abrazo pero no podía, ella tuvo razón, ya no eran patricia y esclavo. Ahora eran ambos esclavos o como les habían llamado thrall.





Eso eran los días de buena marea...pero cuando pillaron una violenta tormenta pensó que iban a morir, el barco zozobraba con tal violencia que parecía que iban a caer sobre un lado, quizás eso era lo mejor, dejarse morir, que Neptuno la reclamase a su reino acuático, peor fue cuando por uno de los pequeños ventanucos que les proporcionaban algo de luz y aire entró agua. Iban a hundirse.
Julia cerró los ojos serenamente, iba a morir, lo tenía asumido y no gritó de terror.

"Me entrego a ti, Neptuno. Toma mi vida pero si he de morir hoy deja que mi alma vaya una última vez a Roma a despedirme" — rezó para sus adentros asumiendo su próxima tumba acuática.
Pero los dioses parecían haberle dado la espalda pues no murió, finalmente el mar se calmó y dejó de oírse el rugido de la tormenta, la cuál los marineros parecían haberla celebrado, solo pudo entender una palabra que decían repetidamente Thor.

Pensaba que iba a volverse loca....no aguantaba más. Aquello era una tortura, y no era la única que estaba agotada del viaje, ni con miedo a morir, pues ya habían muerto otros dos y eran ya trece los cautivos. Ya ni podía saber cuanto llevaban ahí, creía que iba a quedarse ciega porque la luz era tan escasa que no les daba para calcular las horas mediante el sol. Julia ya sabe había rendido, quería morir, quería reunirse con su madre ya que estaba segura de que jamás iban a reencontrarse con su padre y con Cómodo, ya Julia había dejado hablar hasta con Aléxandros, quién intentaba sacarle un poco de conversación y sólo le sacó unos poco monosílabos, la romana ya se había rendido, no iba a llegar viva al destino que iban...no iba a llegar, y fuese a dónde fuese no iba a sobrevivir, lo tenía claro.



El funeral por Julia fue más simbólico que otra cosa, al no existir cuerpo cremaron en su lugar y enterraron algunas de las pertenencias de Julia. Aquello fue lo más duro que Gaius hizo, ningún padre esta preparando para perder a su hijo, aunque con Julia estaba la incertidumbre pero había perdido toda esperanza y solo esperaba que el alma de su hija se encontrase con la de su amada y estuviesen felices y juntas en compañía de los dioses. Cómodo por su parte dejó de hablar, dejó de sonreír, dejó de ser él debido a que se culpaba por lo que había pasado con su hermana, si no hubiese insistido en salir nada de esto hubiese pasado.

— No ha sido culpa tuya...— le intentó consolar Silvia, se sentía mal por Gaius y el niño, Julia era una buena niña y se llevaban bien pero una parte de si....pensaba que beneficiaria a su propio hijo Publius, un ambicioso chico de la edad de Julia.

— Julia no querría verte así, siempre va a estar contigo, de una manera u otra...creeme.



Julia despertó cuando notó que el barco no se movía  ¿habían atracado? Intentó incorporarse y efectivamente, no había movimiento de la marea, ¿dónde estarían? Uno de los marineros bajó a la bodega y empezó a desatarlos para atar sus manos a unas cadenas más finas e ir sacándolos de la bodega. Habían llegado a los dioses sabían donde....ataron a Julia quien, agotada, no se resisitió, les habían dado lo justo y necesario de agua y comida para no morirse como otros. Trece habían sido los supervivientes de veinte, habían muerto siete en la larga travesía. 

La sacaron de la bodega y aunque estaba nublado, bastante, amenazante de lluvia, el sol le molestó en los ojos que la hizo cerrarlos, pero tiraron de ella con cierta violencia par que caminase y bajase del barco....¿qué era eso? Era una ciudad y el paisaje a su alrededor era entre dos montañas, más bien un glaciar, hacía frío. Julia bajó del barco y vio a donde la llevaban, una plataforma donde estaban los esclavos que vinieron con ella. 
Iban a venderla ya. 

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