El Lobo y la Esclava: Capítulo 19 " Movimiento"
Norte
de Italia
Se
aferraba a las sábanas mientras su espalda se arqueaba mientras un
gemido de placer escapaba de sus labios, sus manos se enredaban en el
pelo de su pareja dando leves tirones mientras se entregaba al
soberano placer que la lengua le estaba dando. Claudia permanecía
con los ojos cerrados sintiendo como aquella lengua lamía todo su
sexo, bebiendo de sus fluidos y aquellos carnosos labios chupaban el
clítoris. La matrona estaba cerca del orgasmo cuando Alba levantó
la cabeza de entre sus piernas y sustituyó su boca por sus dedos que
empezaron a entrar y salir del sexo de Claudia quien movía su
cintura contra la rubia. No era una relación amorosa lo que había
entre ambas mujeres aunque ambas gozaban de los placeres de los
amantes de vez en cuando, más que nada por parte de Alba era una
gratitud hacía la romana quien la había rescatado de un burdel de
mala muerte, Alba había nacido libre pero de pequeña fue vendida
debido a la pobreza a los romanos y acabo como prostituta en un mal
burdel en Ostia hasta que Claudia la compró y aunque seguía en la
prostitución ahora era libre, pues era ahora liberta. Y desde
entonces amaba a Claudia pero no en el sentido romántico, si no era
tanta la gratitud y admiración que hacía años atrás cuando la vio
destrozada por si situación decidió darle ese placer para
relajarla, y sólo había vuelto a hacerlo.
Claudia por su parte
al principio fue reacia a aquello pero era tanta ternura y amor que
Alba le proporcionaba que finalmente acabo cediendo, y aunque no era
amor de pareja Alba la hacía sentir querida. Le debía mucho a
aquella rubia. El orgasmo no tardó en llegar y Alba se acurrucó al
lado de Claudia en la cama. El resto de chicas ya habían vuelto a
Roma pero gracias a Lucio, quien no sabía del todo que Claudia se
iría tan lejos, le dijo que se iría pero al sur de Italia no a
mares desconocidos, de modo que ambas estaban solas pues Lucio se
había ido a atender sus asuntos de política.
—
¿Cómo es que sabes alto germano?—
preguntó Claudia pues antes de ir a la cama con la rubia, esta le
había dicho que iría con ella y podría intentar ayudar con el
idioma.
—
Mi madre no era de la Galia, mi padre si, mi madre era de más allá
del Rhin y me enseñó algo.
—
¿No te hablaría de ese pueblo del norte, verdad?
—
Muy poco, esos señores del norte sé que son grandes navegantes y
tienen los mismos dioses que los de mi madre, esperemos que parte del
idioma también. Quiero pensar que tu hija estará en buenas manos y
esté a salvo—
Claudia cerró los ojos intentando no llorar, se irían en tres días
y estaba nerviosa, el viaje, lo desconocido, el clima que ya le
advirtieron que sería helado, si sobreviviría, si encontraría a su
hija viva....
—
Domina—
un esclavo tocó la puerta haciendo que Claudia se arreglase la ropa
al igual que Alba abriese la puerta.
—
¿Sí?
—
Tenéis visita.
—
¿Visita?—
extrañada, Claudia siguió al esclavo hasta el vestíbulo donde la
esperaban, y cuando Claudia le vio se le cayó el alma a los pies por
una mezcla de ira y odio.
—
Tú...
—
Hola...esposa—
Gaius permanecía con un semblante serio, muy serio, pero su tono de
voz sonó tranquilo y pausado.
—
¿Cómo me has encontrado?—
ambos adultos estaban ahora sentados en el triclinium tomando un
suave licor de hierbas mientras se miraban fría y secamente.
—
Lucio me pilló por sorpresa en los baños hace unos días cuando
bajó a Roma y me dio el documento de tu reclamo por Cómodo.
—
Y Julia.
—
Quizás tus espías te mienten. Julia esta muerta—
el vaso estalló en las manos de Claudia quien lo apretó con tal
fuerza que el cristal cedió pero por suerte no llegó a cortarse
nada.
—
Su cuerpo no apareció, puede que no este muerta.
—
Usa la cabeza mujer, ¿quién iba a secuestrar a una patricia romana?
Nadie es tan idiota—
le dieron ganas de darle de bofetadas y compartir sus
descubrimientos pero decidió callarse porque capaz le veía de
impedirle, o intentar, irse a por ella.
—
¿Qué nos paso Claudia? Hace años eramos tan felices...
—
Que en cuanto tu familia supo que la mía quedó en la ruina tras la
muerte de mi padre y que no podía tener más hijos pero Silvia si,
te presionó hasta divorciarte y hacerme quedar por muerta ante
nuestros hijos...ni dejarme verlos me dejaste—
Gaius quiso decir algo pero quedó callado contemplando a Claudia,
estaba tan hermosa como siempre, nunca dejó de amarla y todo lo que
le hizo le dolió en el alma pero tuvo razón que su familia presionó
tanto....pero nunca dejó de amarla. Se acercó a ella y besó los
labios de su ex esposa y esta le abofeteo.
—
Nunca más...y recuperare a mi hijo, y encontraré a Julia—
Gaius bajó la mirada levemente y se levantó para irse, no había
una posibilidad de arreglar todo con Claudia, pero estaba claro que
no por la mirada de furia intensa que la mujer le dedicó.
—
Julia esta muerta...por mucho que nos duela admitirlo, esta muerta,
su cuerpo no apareció y ya dudo que aparezca, pero si es tu deseo el
querer buscar algo imposible....pero si alguna vez cambias de
opinión....
—
No lo haré, vete—
le dio la espalda volviendo a meterse en el interior de la casa, se
sentía con sentimientos de ira, enfado, asco...¿cómo podía ser
tan buen político pero a la vez tener tan poca voluntad? Todos sus
problemas eran culpa de su familia quienes habían presionado a Gaius
pero esa excusa no le valía a Claudia pues él era adulto y no un
niño para saber tomar sus decisiones...suspiró pesadamente
volviendo a sus aposentos a seguir preparando su equipaje para el
viaje.
Cuando por fin el día llegó, Claudia dio un último
vistazo atrás antes de subirse a aquel carruaje que entraría en el
interior de la Galia para llegar a donde zarparía el barco de ese
Haralf, observando por última vez Italia con más miedo que otra
cosa pero con la certeza de que iba por el buen camino, aún seguía
dándole vueltas a aquellas palabras: seguir al cuervo y al norte. De
hecho se notó más valerosa cuando escuchó el graznido de un
cuervo. Iba a encontrarla, costase lo que costase, incluso su propia
vida.
Rowansborg
La
guerra volvía a la vida del jarl. Esta vez no era un ataque directo
hacía él, si no más bien
era
un enemigo de Erik quien amenazaba con invadir sus tierras, Einar
podía decidir intervenir o no en favor de Erik o simplemente
mantenerse neutral pero su honor le obligaba a ayudar a Erik tanto
por ser aliado de años y en momentos habiendo llegado a ceder barcos
en las expediciones de Rowansborg ahora eran además familia y tenía
que socorrerlo.
—
¿Tienes que ir?—
preguntó Julia mientras ambos estaban llegando a casa de Gunnar,
Julia había ido al mercado debido a que Sieglind estaba a puntito de
dar a luz y Julia, tanto en agradecimiento como en amistad, tomó las
riendas del hogar hasta que Sieglind diese a luz y se recuperase del
parto y Einar fue a buscarla para decirle aquello.
—
Sí...tengo que ir, es un aliado.
—
¿Podré acompañarte?
—
No
—
Pero para algo estoy entrenando....—
replicó Julia cuando llegaron a la casa, Einar simplemente le dio un
beso en la frente y después en los labios de manera breve.
—
Lo sé, pero aún no estas listas y Sieglind y sus hijos te
necesitan, pero te prometo que en la incursión de verano vendrás
conmigo—
Julia le devolvió el beso,¿cómo podía haberse vuelto adicta a
sus labios? Un simple beso la hacía desear más.
—
¿Incursión?—
iba a ver el mundo....Einar quería enseñarle tierras más allá de
los que Julia conocía.
—
Ajá....—
acarició con su dedo pulgar los labios de Julia y sonrió levemente
dejando un beso en su frente nuevamente. La romana le miró esperando
un segundo beso en sus labios pero Einar no se lo dio, él notó que
se quedó con las ganas de sus besos y rió un poco.
—
Golosa—
rió para después besarla nuevamente Julia correspondiendo aquel
beso, Einar la empujó a dentro de una pequeña callejuela que
dejaban dos casas mientras Julia se aferraba a la cesta notando la
superficie de madera de uno de los muros chocando contra su espalda
mientras Einar devoraba sus labios. El nórdico se separó de ella
mirándola con una mirada depredadora.
—
¿Sabes? Cierto lobo tiene hambre....
—
Siempre tiene hambre...—
ella rió notando la emoción y el riesgo de que pudieran ser
descubiertos cuando Einar se arrodilló y levantó las faldas de
Julia abriendo las piernas de Julia quien agarró la falda para
hacérselo más fácil, gimió de placer al sentir la lengua de Einar
empezando a lamer su sexo empezando a hacerla humedecer, Julia no
entendía ese gusto que tenía su amante de darle sexo oral, pero
claro quizás porque después era recompensado con las mismas
caricias en su miembro.
—
Dioses...Einar...tu boca es tan....—
se estremeció cuando notó la punta de la lengua sobre su clítoris
y cómo lamió todo pero no la dejó culminar, de repente se levantó
relamiéndose los labios, Julia creía que iba a hacerle el amor ahí,
pero Einar le bajó la falda y la besó.
—
Esta noche te compensaré, amor. Pero tengo obligaciones que atender,
tenemos asamblea para votar lo de ayudar a Erik...créeme...deseo
comerte.—
aunque Julia sentía un ardor entre las piernas totalmente incómodo,
deseando sentir aquella liberación que era el orgasmo comprendía
que Einar tenía sus obligaciones.
—
No te preocupes amado mío. Tienes obligaciones que atender.—
Einar se limitó a sonreír y la abrazó.
—
Mmm mi Julie....que esposa tan buena y comprensiva....esta noche
quiero que me cabalgues hasta hacerte gritar—
mordió suavemente el lóbulo de la oreja de Julia quien emitió un
suave gemido, se separó de ella guiñándole el ojo antes de
despedirse de ella, siempre le costaba horrores despedirse de ella,
odiaba no tenerla en casa todo el rato pero así era mejor, además
así Julia obtenía cierta independencia y aprendía a desenvolverse
sola. Julia de hecho en su nueva etapa de libertad pudo comprobar
costumbres que como esclava del hogar no pudo, vio que las mujeres al
contrario que en Roma tenían más derechos,estas podían gestionar
sus terrenos y posesiones o incluso si sufrían malos tratos podían
tener la iniciativa de divorciarse y reclamar su dote. Eso en Roma
era impensable, recordaba que cuando era niña su abuela paterna le
decía que si o si debía de obedecer al marido y que se llegaba a
pegarla era para corregirla porque no estaba siendo una buena esposa,
algo que Julia incluso en esos momentos porque eso se lo dijo su
abuela cuando tenía unos seis años cuando fue con su madre a ver a
sus abuelos paternos y vieron a su abuela con un ojo morado,
recordaba que Claudia se escandalizo y dijo que eso era intolerable y
desencadenó en una discusión entre suegra y nuera con la pequeña
Julia de por medio, y cuando su madre falleció su abuela intentó
envenenar el recuerdo de Claudia diciendo que era una descarada y
poco virtuosa.
— “Seguramente
de Einar y yo habernos conocido en Roma en otras circunstancias o mi
familia llegase a conocerlo, mi abuela se volvería loca de ira y
pensaría cómo todos que Einar es una bestia. Madre de conocerle le
encantaría”— suspiró
llegando a casa de Sieglind y Gunnar, en esos momentos extrañaba a
su madre pues veía a Sieglind con sus hijos y extrañaba los
momentos con su madre. Mientras llenaba de agua un caldero para
empezar a preparar la comida para todos, pese a que Sieglind le dijo
que ella podía, Julia se lo impidió y le dijo que a descansar que
en anda vendría el niño, vio su reflejo en el agua y algo había
cambiado, físicamente se sentía más adulta, su cuerpo estaba más
resistente debido al entrenamiento militar y las obligaciones de
casa, pero su mirada era...¿feliz? Era feliz, no sólo por el amor
si no porque se sentía útil, se sentía algo más que el
complemento bonito de un marido y para tener hijos, ahí se sentía
valorada por sus habilidades, Einar, Gunnar, Sieglind, hasta
Aléxandros y Hjalmar, aunque con este trato menos, veían en ella
algo que hasta que no pisó esas tierras no sabía que estaba en
ella. Era una guerrera sin saberlo, podía equilibrar las ganas de
tenía en el fondo de tener en el futuro una familia como ese nuevo
lado salvaje que había descubierto que tenía. Deseaba cumplir las
expectativas de todos, deseaba hacerles sentir que no se equivocaron
con ella. No quería defraudar a Einar su “esposo” pues para
ellos aquellos votos en la cueva de manera improvisada era todo lo
que se necesitaban y muchas veces se llamaban “esposo” y
“esposa”.
Einar permanecía sentado en la silla mientras
meditaba la situación, Ingrid como su esposa oficial permanecía a
su lado con gesto fruncido porque estaban decidiendo sobre ayudar a
su padre.
—
Acudiremos en apoyo del jarl Erik, ¿alguna objeción?—
preguntó cuando de entre los presentes uno de los hombres se
adelantó.
—
¿Por qué debemos acudir en apoyo de otro cuando nuestras tierras no
están en peligro?
—
Ehh...¿por honor, tal vez?—
una risita recorrió el salón ante el comentario de Einar. —
A Erik le debemos que acudió en nuestra ayuda cuando Rowansborg
estuvo sitiada, de no ser por parte de su flota no habríamos podido
defendernos ni acudir hace dos inviernos atrás hasta la costa del
oeste de Noruega.
—
¿Y si su enemigo se vuelve en nuestra contra? Por Odin, podemos
morir por otro y buscarnos un enemigo. La ciudad puede protegerse,
pero jarl, ¿y las aldeas y los campos? No podrán.
—
Podrán porque en estas tierras todo aquel que puede levantar un arma
lo hará y más para defender sus familias y cosechas. Pero amigo
mío, si nuestros campos fuesen atacados y parte de las futuras
cosechas arruinadas para el verano, bajaré los tributos. Si no
quieres luchar, nadie te obliga, puedes quedarte en casa rascándote
las pelotas. El resto...sois libres de elegir, ¿qué decís?—
toda la asamblea se puso de parte de su jarl, a excepción de aquel
hombre, llamado Gerd, permaneció callado tragando la humillación de
aquel mocoso.
— Gracias— Ingrid había impedido que Einar se fuera una vez la asamblea terminó, Einar quería darse un baño, siempre que se bañaba sentía que sus ideas se aclaraban cuando su esposa le detuvo.
— No las des Ingrid.
— Si tengo....es mi tierra y es mi padre y vas a ayudarlos— Ingrid se llevó las manos a los cierres de su vestido y empezó a soltarlos pero él la detuvo.
— ¿Estas loca?
— Eres mi esposo...quería agradecértelo....
— Recuerda nuestro trato. Sólo es política.
Einar le debía ir a la guerra, por una parte tenía miedo de que su pueblo acabase masacrado, pero debía de hacerlo,pero ¿y sí Gerd tenía razón? Podía ese enemigo de Erik volverse en su contra y su pueblo pagaría las consecuencias. Meditaba todo esto metido en la tina con agua caliente con toda ayuda del esclavo de su hermano Hjalmar.
— ¿Mi hermano no te da la libertad?— preguntó Einar de golpe mientras el griego le miró perplejo.
— No.
— Eres de su propiedad, podría dártela yo igualmente— un pequeño atisbo de esperanza se iluminó en los ojos de Aléxandros, no había nada más que desease el ser libre y a la vez poder estar con Hjalmar, siendo libre le acompañaría en batalla, aunque no fuese un guerrero.
— Mi señor...
— ¿Amas a mi hermano?— Einar en el fondo se preocupaba por su hermano, debido a su orientación sexual Hjalmar había llorado y sufrido lo que no estaba escrito por esconder que amaba a un hombre.
— Sí.
— Escucha, no puedo darte la libertad porque te regalé a mi hermano, pero hablaré con él, se que no es fácil para mi hermano— se levantó de la tina saliendo de ella totalmente desnudo y Aléxandros no supo a donde mirar, pero vio al jarl completamente desnudo, desde luego Julia no tenía mal gusto pero para él Hjalmar era el más bello de ambos hermanos, pues tenía las facciones algo más suaves y androginas mientras que Einar tenía las facciones mas endurecidas y masculinas, pero de cuerpo ambos hermanos eran muy parecidos, quizás Hjalmar menos marcado y más estrecho de hombros, y ambos tenían tatuajes distintos pero en su mayoría patrones o lobos, y distintas cicatrices de espada y hacha. No se fijo mucho en el miembro de Einar ya que este no tardó en empezar a vestirse por el frío, pero ambos hermanos eran dos príapos. Él sonrió levemente cuando terminó de vestirse y salió de ahí, estaba acostumbrado a cuando el buen tiempo a bañarse en el río o cuando encontraban aguas termales en las montañas bañarse ahí...algún día llevaría a Julia.
— Ah y....no le digas a mi hermano que tuvimos esta conversación.
Bueno, que emocionante y qué activos son estos guerreros, además me gusta que hayas introducido en el texto amores homoxesuales, ya que es cierto que en aquella época , ya los había ( siempre)
ResponderEliminarLa escena de la mujeres es barbara , muy exquisita y de mucho tacto.
A ver cómo sigue , y si es capaz Claudia de encontrar a su hija Julia.
Las escenas eróticas están muy bien construidas . Un abrazo Sandra , muy feliz noche.
Lo curioso es que la sociedad vikinga estaba muy avanzada en el tema homosexual en el sentido de que no les importaba mientras antes hubiesen tenido descendencia después podían libremente vivir hombres con hombres y mujeres con mujeres.
EliminarUn beso!
¿Por qué será que siempre después de leerte me entra calor? 😁
ResponderEliminarBesos.
No se no se jajajaja
EliminarUn beso!
Buen capítulo ❤
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarUn beso!
Sandra, tu capítulo arde como Troya!
ResponderEliminarMe ha encantado de principio a fin, las escenas eroticas no son nada vulgar, usas un dialecto sugestivo que haces incendiar la mente de quien te lee! Ojalá Claudia pronto se pueda encontrar con su hija en la que temo que será una gran sorpresa para madre he hija.
Besitos y feliz tarde.
Muchísimas gracias por tu opinión, guapa ^^. Solo puedo prometer que habrá muchas emociones.
EliminarUn besazo!
Hola, Sandra
ResponderEliminarTrepidante capítulo.
A medida que iba avanzando en la lectura me encontré con mucho misterio por descubrir, un bello erotismo, y eso es algo que me gusta mucho, pues de este modo aumenta mi interés por seguir leyendo.
Abrazo