Yggdrasil: Capítulo 5 "Madres"

 
—Julia decía que estabas muerta — comentó Einar mientras Claudia se sentaba a su lado al rededor de la hoguera junto al resto de nórdicos quienes compartían la cena, Claudia ya no era esclava si no una mujer libre, libre....tras tanto por fin era libre de nuevo.

 —Y no se equivoca....cuando su padre y yo nos divorciamos para apartarme de mis hijos me hizo parecer muerta a sus ojos pero en verdad estaba en la ruina y sola....

 —¿Por qué?

 —Porque mi familia se arruinó y no les vino bien a su familia.....— Einar bebió un largo trago del vaso mientras iban sirviendo agua, y le ofreció a su suegra quien bebió.

—No entiendo vuestras costumbres, realmente no lo entiendo. Si os separasteis por algo ajeno ¿por qué hacerte pasar por muerta?

—Normalmente eso no se hace, si que en Roma los hijos quedan con el padre pero lo que me hicieron era....quizás por vergüenza por mi familia. Pero son mis hijos...no iba a abandonarlos— tanto Einar como el resto que acompañaban a Claudia en torno a la hoguera callaron, desde luego la mujer había pasado por muchas cosas pero había atravesado el mundo buscando a su hija. Einar acercó su mano a las llamas pero para ensuciar sus dedos con la ceniza cercana y pasó sus dedos por el rostro de Claudia haciendo como las pinturas de guerra que ellos mismos llevaban en la batalla.

—Eres una guerrera, Claudia. Y serás bienvenida en venir a nuestro hogar con nosotros y quedarte con nosotros. Estoy seguro de que Julia se alegrará de verte.— Claudia no pudo evitar casi llorar nuevamente pero esta vez de emoción. Por fin su viaje acababa y todo lo que soportó iba a ser recompensado.


    Mientras todos dormían Claudia permanecía de pie fuera de la tienda que se le asignó observando el mar, sólo ese mar la separaba de su hija, por fin todo estaba acabado, no se creía que finalmente todo acabase y pronto muy pronto volvería a reunirse con su hija.

—Te vas a helar....— giró la cabeza cuando vio a aquel chico, Haralf, que le puso una manta sobre los hombros y se colocaba a su lado.

—¿Cuándo iremos a vuestro hogar?

—No sé...quizás en un mes...mes y medio.

—¡¿Tanto?!

—Así es nuestra vida. Escucha, realmente me ha conmovido todo lo que has pasado y si quieres cuando lleguemos puedes....

—No quiero que me tengas compasión.

—No es compasión. Es pasión— Claudia le miró. Aquel chico apenas tendría veinticuatro años y ella contaba con treinta y ocho años y que por lo que había dicho Einar, cosa que la emocionó totalmente, seguramente en esos momentos era abuela, podría ser su madre.

—Podría ser tu madre

—No me importa— con suavidad pero firmeza Haralf tomó a Claudia por los hombros dispuesto a besarla pero ella se apartó.

—No voy a criar a un muchachito— pero la sonrisa sincera de Claudia fue una señal de que no todo era una coraza, de modo que quizás con el tiempo....así al menos Haralf lo interpretó.


    Semanas fueron pasando y Claudia pudo ver de primera mano como eran los saqueos, en algunas aldeas había hecho como en la que la encontraron, pagaron un tributo y ya, otras en cambio se defendía  y como resultado tenían sangrientos enfrentamientos que en la mayoría de ocasiones acababa en favor de los vikingos, aunque claro siempre había algún herido o algún muerto por lo cuál fue aprendiendo de la curiosa manera que aquellos pueblos del norte veían la muerte. Morir en batalla era la mejor opción pues acabarían en el Valhalla y ahora supo cosas que el augur que le profetizó, que siguiese al norte y al cuervo, se refería a aquel pueblo y a el cuervo....a ese dios cuervo suyo, Odín, el padre de los dioses nórdicos además de un gran mago que solía acudir a los humanos disfrazado muchas veces. ¿Fue el mismo Odin el que se le apareció ahí? No lo sabía y no lo compartió con sus nuevos compañeros de viaje.
    Einar le resultaba curioso y más sabiendo que era el padre de su futuro nieto y el hombre que Julia había elegido para casarse y comprendía el porque. Einar tenía un corazón generoso, era agradable y se notaba que la quería porque pensaba mucho en ella y en su hijo pues en algunos momentos de paz le vio tallando un caballito de madera como regalo a su primogénito. Gunnar, el gigante, pese a su fiero aspecto era bastante jovial y por lo que supo era un padre de familia de una familia muy amplia. Él le dijo en una noche en la hoguera que él y su esposa habían casi adoptado a Julia cuando recuperó su libertad y ahora la tenía como una hermanita pequeña por lo tanto Claudia era su familia también, de modo que fue acogida muy bien. Y claro estaban los hermanos menores de Einar, sobre todo Yvette que se la notaba nerviosa y Claudia con su instinto materno intentó aconsejarla.
Y Haralf....ese chico iba detrás de ella y sólo había intentado besarla una vez pero intentaba estar cerca de ella cada rato, compartía su comida con ella y ella misma le curo de heridas de batalla. Pero Claudia no quería...o al menos eso se decía, ya había pasado por un matrimonio y no quería ilusionarse como una adolescente, menos de un chico que podría ser su hijo, pero como la miraba....la hacía zozobrar.




    Este viaje se realizó por parte de la costas bálticas, nunca al interior de esas tierras, siempre siguiendo la línea de costa y siempre teniendo los barcos muy bien vigilados pues era su único medio para poder irse de allí y claro donde estaban los tesoros que habían conseguido. Los días nacían y morían hasta que finalmente se dio la orden: volvían a Rowansborg.


Rowansborg

    Julia no se esperó aquello. En cuanto estuvo bien recuperada del parto retomó sus entrenamientos como guerrera con Sieglind pero nunca esperó que Astrid hubiese sido una skjaldmo en el pasado. Lo supo cuando fue la propia Astrid quien un día empezó a tutelarla y a enseñarla.

—No sabía que tú....— Astrid la miró, desde luego su relación había mejorado mucho desde que Julia quedó embarazada pero aún así la romana seguía teniendo cierto pavor a Astrid.

—¿Cómo crees que conocí al padre de mis hijos?

—Nunca te pregunté....¿cómo...?— Astrid sonrió levemente.
 
—Mi padre era el jarl de unas tierras cercanas y a falta de hijos varones heredé la espada de mi padre cuando este estuvo demasiado viejo para luchar . Acompañé a Skjalag y a los demás hombres en los saqueos, en las batallas contra otros jarls.... Le conocí bien en una de estas guerras antes de casarnos, le salvé la vida con mi espada cuando una flecha impactó en su pecho. Yo lo curé, yo le ayudé a cuidarse. Mi padre nos hizo casarnos por una alianza debido a los territorios y así mi tierra se fusionó con esta ¿y para que mentir? Le amaba y él...me apreciaba como compañera de armas. Pero para hacer una alianza se casó conmigo. 
    "Rowansborg no era como lo ves ahora si no estaba en decadencia dado que mi suegro era más poeta que guerrero y fue con mi consejo que Skjalag llevó a estas tierras a una buena posición y si ampliamos territorios por sus guerras pero yo lo administraba. Llegué aquí embarazada de Einar pues lo concebimos en la misma noche de bodas y parí a Einar en un campamento de batalla y cuando nació Skjalag dejó de pedirme que le acompañase pero si que siguiese gobernando en su nombre. Pero todo cambio con Brunhild....esa sirvienta....su verdadero amor. Toleré su segundo matrimonio, sus hijos....hasta he cuidado de ellos pero nunca renuncié porque ame esta tierra y no dejaría que pudiesen desplazar a mis hijos.
    Ten esto en cuenta Julia. No hay criatura más peligrosa en Midgard que una madre protegiendo a sus hijos. Ahora eres madre, debes de saberlo. 
— Astrid tenía razón, pensar que pudiese pasarle algo a Freydis....nunca dejaría que nadie le hiciese daño a su hija Y te prepararé para que seas la compañera de armas de un jarl y para que seas esa criatura peligrosa. Eres de nuestra familia ahora, eres una loba. Actuarás como tal en batalla. 

    Semanas de duro entrenamiento, semanas gobernando en nombre de Einar, semanas en las que su hija cumplió dos meses de nacida y Julia estaba totalmente enamorada de su hija y entendía las palabras de Astrid. Nunca dejaría que nadie le hiciera daño a su preciosa hija, la protegería con su vida, si tuviese que morir por ella lo haría sin dudarlo. Una de tantas tardes, aquella estaba particularmente nublada, Julia estaba dándole el pecho a Freydis cuando Aléxandros entró corriendo.

—Han vuelto

Comentarios

  1. Bien por fin Claudia sabe de su hija y ese medio enamorado que la persigue ...Tal vez haya algo ajja... Bueno veremos la llegada de los guerreros como es el recibimiento y sobre todo que tal será la relación de madre e hija ..Gracias Sandra por tus entradas,. Un besito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uy uy lo deje con muchos cabos que atar jajajaja
      Un besazo!

      Eliminar
  2. Después de tanto tiempo, y el reencuentro está ahí...

    Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares