Suavis inimicitia


Aníbal a pesar de que seguía pensando que tenía razón sobre la discusión que tuvo con Adriana,medito sobre lo que ocurrió.Quién le había contado lo de que Adriana y Adelphos se veían fue un esclavo,ningún esclavo osaría mentir a su amo,por lo cuál desconfió de su mujer,pero al ver cómo ella le miro a los ojos y le dijo que ella y Adelphos no habían tenido relaciones le hizo creerla.Y ver que se había pasado un poco con Adriana.Así que decidió compensarla aprovechando el amor incondicional que ambos le tenían al bello mar.

Aprovechando que un día no tenía ningún asunto importante que atender,decidió que ese era el día para compensarla por lo que paso.De modo que arrastro a Adriana fuera de casa que forcejeo un poco,ya que su esposo no le dijo absolutamente nada de adonde la llevaba.

-¿A dónde me llevas?- preguntó Adriana sin imaginarse cómo la iba a compensar su esposo.

-Cállate,mujer.

Adriana refunfuñaba al verse sobre la grupa de un caballo,detrás de Aníbal teniendo que abrazarse a la cintura de él para evitar no caerse,de vez en cuando le daba un leve golpe en la espalda para que le contestase a sus preguntas.

-Me estas levantando dolor de cabeza,mocosa.-recibió un leve mordisco en el hombro,como respuesta le dio un codazo sobre el estómago,sin mucha fuerza,un golpecito,pero para que parase de revolverse.
En un buen rato llegaron a su destino.Se había alejado bastante de la ciudad,del puerto. Estaban en la costa,sobre la arena.

-¿Qué hacemos aquí?

-Por ahora sólo tenemos en común que amamos el mar.Así que te traje aquí para estar solos un par de horas.

-¿Una tregua?- preguntó ella sin poder evitar reprimir una ligera risa,sin más,impulsada por ese lado infantil que aún le quedaba,ya que a fin de cuentas en el fondo seguía siendo una adolescente que se vio forzada a crecer de golpe.
Aníbal se echo un poco sobre el caballo,observándola acercándose a la orilla,quitarse las sandalias y subirse el vestido un poco para mojar los pies en el agua del mar.

-¿No vienes?- le pregunto ella,sonriendo feliz,era la primera vez que él la veía sonreír sinceramente.

-Ahora voy.-el hombre se bajo del caballo y sin más se sentó en la arena.No tenía pensamientos de acercarse al agua.

Adriana sin más se quito el cinturón que ceñía su vestido y se deshizo de este,quedando con el  fascia pectoralis (especie de faja de tejido fino) que sujetaba sus senos y con el subligar (ropa interior) y sin más se metió en el agua.El agua estaba fresca pero eso no pareció importarle en absoluto y enseguida empezó a nadar y a retozar.

Aníbal se quedo sentado en la arena,observándola jugar cómo una chiquilla en el agua y escuchándola para que él también se bañase con ella.Respuesta porque no lo hacía:
 No sabía nadar.

Amaba el mar,pero lo de aprender a nadar le superaba,todo por culpa de su hermana que trato de ahogarle de pequeño muchas veces excusándose de que "le estaba enseñando a nadar" Aníbal a raíz de ese trauma infantil desarrollo un respeto considerable al agua y estaba bloqueado de que no podía aprender a nadar.

Tras unos minutos de juego acuático,Adriana salio del agua y se acerco a su esposo riendo.

-¿Por qué no te has metido en el agua?

-Pues....parece que esta fría....

-No lo esta.

-Pues...es que....

-Sabes nadar,¿verdad?- preguntó inocentemente la joven,Aníbal agacho la cabeza con vergüenza,Adriana casi se hecho a reír. 

-¿No sabes nadar?

-No.No se nadar.-admitió Aníbal con el orgullo herido,Adriana sin más le dio un suave beso en la mejilla.

-Si quieres te enseño.-él negó con la cabeza,avergonzado de si mismo,pero su mirada comenzó a recorrer el húmedo y semi desnudo cuerpo de su esposa.Empezó a lamer el húmedo cuello de Adriana,bebiendo de las gotas de agua salada,arrancándole un gemido de gozo a su pequeña esposa.Ella levantó la cabeza permitiéndole total libertad para lamer,chupar y mordisquear su cuello.
Adriana sin más empezó a desnudarle,impulsada por el deseo que Aníbal era capaz de despertar en ella.Con un sólo roce ese hombre podía excitarla a niveles que ella misma ni conocía.
Pronto empezaron a besarse en los labios.Besos húmedos,cargados de sensualidad y erotismo.Un juego de lengua mezclando sus salivas. Estaban completamente solos,ajenos a todo,con sólo el sonido de las olas del mar de fondo.

-Adriana....-susurró él entre beso y beso,le gustaba el sonido de ese nombre en sus labios,y ahora Adriana hacía referencia del significado de su nombre: "Mujer venida del mar".

Pronto acabaron tumbados sobre la arena,a punto de consumar su pasión despacio,con calma,cómo la primera vez.Quizás hasta en ese momento estaba dispuesto a engendrar un hijo con Adriana,de que en el vientre de ella creciese y naciese su hijo.

-"Ella es mi vida"- pensó el púnico preso de la sensualidad del momento,entrando en ella,perdiéndose en el cálido paraíso de Adriana....


Continuara.....

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